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sábado, julio 21, 2007

Revelaciones

A Buda, le llegó la iluminación estando bajo un árbol y después de mucho tiempo de meditar. A los grandes filósofos a través de su profundo análisis, a los místicos a través de la oración.

A Nefer... a través de los sueños...

Tras una cruda de sueño, sed y corazón fue lo soñado, lo que me dió la respuesta a lo que me negaba a reconocer conscientemente. A pesar de un sueño vívido, en el que había una acalorada discusión me daba cuenta finalmente de que tenías toda la razón, y era mi necedad y la impotencia de la incomprensión, la frustración de la idealización... de no querer aceptar la realidad.

Ese ha sido mi problema, idealizar. Según la Real Academia de la lengua Española
idealizar:

1. tr. Elevar las cosas sobre la realidad sensible por medio de la
inteligencia o la fantasía.

Desde niña me refugiaba en la fantasía. Tal vez para no aceptar la realidad de las circunstancias, en mi entorno familiar. Era hasta cierto punto un escape.
Idealicé la amistad, la familia misma, el amor, el éxito, el futuro y hasta la misma muerte.

Solía engañarme a mí misma. Veía las cosas que sucedían y me decía que a pesar de todo no era tan malas y que a fin de cuentas la realidad era como yo las veía. Una fantasía.

A mamá le costaba trabajo ubicarme en la realidad. Recuerdo que miles de veces me decía que fuera honesta conmigo misma. Que no tenía que convencer a nadie de nada, y con el afán de convencerme a mí misma de las cosas, a como yo quería que fueran, la realidad quedaba colgada, como los "tenis" viejos suspendidos de un cable en una vecindad abandonada.

Tras la muerte de mi padre, la realidad me cayó como balde de agua fría. La muerte era real. El abandono era real. El enojo era real. Enojo porque cómo era posible que el padre invencible, sano y fuerte, había muerto.

Después de que en mis años adolescentes un defraudador (bunga-bunga) me despojó de la intacta confianza que tenía en toda la gente, me dejó desnuda y triste. Desnuda ante el fantasma de la perfección. La gente no era perfecta y yo, confiaba ciégamente. Triste, porque no podía concebir en mi cabeza, que la gente tuviera inteseses y que por ellos serían capaces de utilizarlo a uno.

Con el tiempo, consciente de la realidad, construí la coraza, y solita me mantenía ocupada para no pensar en aquél triste descubrimiento. Así fue como fui "construyendo" mi futuro.

Tras observar ciertas cosas desde la niñez, me juré que no estaría al lado de un hombre que me hiciera daño, juré que nadie me diría qué hacer y cómo hacer mis cosas, juré que nadie me pondría un dedo encima y que nadie me mantendría económicamente, pues quien tenía la sartén por el mango era quien generaba el billete.

Hubo algún tiempo después de todo aquello en que me costó mucho trabajo volver a construir cierta confianza en los demás. Idealicé al primer amor, para darme otra vez contra la pared y descubrir su infidelidad.

Después de aquello, me hice un tanto cínica. Ya no me comprometería, ya no pensaría. Viviría, sentiría y amaría con intensidad y jamás nadie sabría lo que en realidad había en aquél corazón lleno de sentimientos.

Apredí a amar en silencio... sí... aquellos besos furtivos y prohibidos al inicio, escapadas, vivencias, "haciéndonos compañía en la soledad". En aquél momento fui inmensamente feliz. Vivía el momento y no quería pensar. Por que sabía que pensar me arruinaría aquello tan bello. Entrega total, dando sin pedir nada a cambio.

Pero como siempre, mi mente juguetona me hacía analizar y poner de nuevo los pies sobre la tierra. Decidí de tajo que la situación no iría a ninguna parte y lo dejé al albedrío.
Para mi "desfortuna" te casaste con ella.

Después de todo aquello traté de seguir con mi vida. Seguía idealizando el amor y después de ti todo era un espejismo. Cometí muchas tonterías, algunos dirían que es experiencia y que como tal, no es una tontería. Pero, me pude evitar muchos tropiezos.

Pasó el tiempo y decidí dejar atrás aquél enojo. Volvimos a platicar, cada quien su vida y recuerdo que viví como anestesiada, por que no quería sentir dolor. Me refugié en amigos, en algunas relaciones sin fruto y supe de tu separación.

Mientras tanto la situación del país, mis metas personales y profesionales me empujaban a hacer otras cosas. Decidí irme del país con ese pretexto, que estaba harta de todo, de la inseguridad, de la corrupción... pero tras bambalinas sabía perfectamente la razón de mi huída. Huía de mi misma, de lo que sentía por ti, de que bien o mal, cierto o no, tu ya tenías tu vida solo o acompañado. No había razón alguna para quedarse.

Me autoengañé de nuevo, viviendo la fantasía de que había "encontrado" el amor. En realidad mi análisis se limitó a "es un buen hombre, está establecido, es mayor que yo, le soy atractiva, me va a consentir"... y el "yadayada" de que a cierta edad el amor ya no es aquél momento chispeante y energético, sino estar con una persona con la que puedes vivir "tranquilamente", 100% el uno para el otro.

Y heme aquí unos cuantos años más tarde. Sí, abiertamente te lo digo. Te recuerdo, te siento, cuando te va bien me da gusto, cuando andas mal de salud me preocupo, cuando viajas sólo pido que estés seguro, cuando eres feliz me alegro y cuando escucho tu voz me quedo muda.

Esa es la cruda realidad. Te quiero. Lo que nunca supiste y no me atreví a decir, es que no me habría importado vivir arriba de un nopal, te habría seguido a dondefuera, con tal de estar a tu lado. Habría dejado todo.
Me dirás mil cosas, que no sé lo que digo, que lidiar contigo, que si las inseguridades, inmadurez, irresponsabilidad, etc etc etc. y tal vez tengas razón... pero lo que sentí nunca lo idealicé, como bien lo dijiste. Genuino. Real. Me conociste tal cual.

El sueño de esta mañana me dió la pauta. La realidad fue en su momento. Ahora sólo hay sentimientos y recuerdos. En su momento no se dió por lo que haya sido. El subconsciente me susurró al oído que lo que dijiste sobre ti es cierto y que lo que vivimos eso fue y es, en su lugar en el espacio y en su tiempo.

Lo triste es no poder volver a sentir con esa intensidad y entrega para compartir con la persona de carne, hueso y corazón, que actualmente ocupa un espacio en mi tiempo. De alguna forma seguiré tratando de re-hacer mi vida. Ése, ya es otro rollo.

Me pregunto cómo lo hacen los hindúes, o los de cualquier cultura que tienen matrimonios arreglados y aprenden a amarse. Eso necesito. Re-aprender a amar.

¿Cómo le haces?

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