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sábado, noviembre 12, 2005

Males necesarios

Siempre le he rehuído a situaciones que me provoquen dolor, especialmente las físicas. Tanto, que siempre pospongo repetidas veces hasta que por alguna razón se dan inminentemente. Es más el "roer el hueso" o "quemar coco", hasta que como todo en esta vida, pasa y nada pasa.

El faraón y yo, aprovechando que ya estoy de vacaciones, lo acompañé a diversas citas médicas, chequeos. No me esperaba ser yo la paciente, pero accedí porque lo había estado dejando y ya pasaron dos años desde el último.

Después de una breve entrevista con el médico, nos pasó a uno de los cuartos equipados, en donde se me dijo desnudarme completamente y ponerme una bata. Me siento en aquella mesa, cuando le pido, casi ordenándole al faraón, que pase lo que pase, no me deje sola, porque en este país hay de todo y pues yo a ese tío no lo conozco.

Como era de esperarse, entró el doctor con la enfermera.
Dr: "ok kiddo, lie down and get to the border of the table and place your feet on ..."
Nefer: (en la mandarina, ahora si...) OK...

Traté de concentrarme en mi respiración, evadiéndome y convenciéndome a mí misma que estaba en otro lugar... volteé a ver al faraón, quien con ojos estratosféricamente abiertos observaba aquél objeto que me era colocado dándo camino a lo nefastamente esperado... Escuché como disponían de ciertos objetos tirándolos a la basura y pensé que había acabado el tormento.

Dr: "nurse, hand me some gel pls"
Nefer: (oh-oh, y ahora qué @#~!) uh?
Dr: "I will introduce my hand... only to measure..."
Mientras aquello sucedía me retorcía, mentaba monjas, traté de guardar compostura.
Dr: "ok kiddo, that´s all... you can get dressed now"

Enfermera y médico recogieron sus cachivaches y me quedé sentada, viendo lejos... me sentí completamente ultrajada.

Pensaba "estos médicos no se tientan el corazón. Tendrán la tecnología del milenio, pero la sensibilidad de un cartucho de dinamita. Pensaba en la diferencia de trato de médicos mexicanos y éstos". No pude evitarlo, un par de lágrimas corrieron por mi mejilla, mientras suspiraba y pensaba cómo extraño mi país y acto seguido me dije a mi misma "ándele, como las machas"...

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