Hace un par de días, me enteré a través de una foto en la que fui etiquetada en mi "cara-libro", que un compañero de la generación prepa-universidad, perdió la vida víctima de la delincuencia que hoy en día se apoderó de México.
Este muchacho, aunque nos veíamos diario en la escuela en la prepa y ocasionalmente en la universidad, no intimamos mucho, pero éramos parte de un grupo que nos reuníamos en las horas libres en unas áreas de jardines en la escuela. Aún así, la noticia de su deceso me dejó impactada y sumamente preocupada. Impactada por la violencia con la que se fue, por la juventud que dejó atrás, su esposa y sus dos pequeñas. Triste por que a pesar de que no éramos muy cercanos, ningún ser humano merece morir de esa manera. Era una buena persona.
A distancia poco se puede hacer, pero con un sincero pensamiento y sentimiento, deseo que su familia encuentre la paz. A veces me detuve a pensar en que nunca me di la oportunidad de profundizar en una amistad. En realidad hay ocasiones en que las personas se cruzan en el camino de forma desapercibida y en un momento como éste, siguen dando lecciones.
No faltan quienes lo juzgan a uno que si lo conocía o no, que si eramos amigos o no, que qué me importa a mi su muerte, etc. A ese tipo de gente le digo, no importa si fue mi amigo o no, la muerte de una persona y de esa manera es motivo de tristeza y preocupación. Y es más... no tengo por qué dar explicaciones. Uno tiene una conciencia y emociones, y tiene la libertad y el derecho de sentir lo que le dé la gana. Tampoco voy a fingir, como muchas personas lo han hecho, que "si tuvieron amistad" con esa persona, etc. Mientras lo escribo, todo esto me parece absurdo, un juego de niños. Tanta inmadurez aún a esta edad. En fin.
Con esto, quiero decir que de los pocos conocidos compañeros que han fallecido, él sin duda aunque tuvimos momentos casuales y conversaciones pequeñas, su muerte zacudió muchas cosas, tal vez el recuerdo mismo de ver morir a una persona, cercana o no, la empatía de saber lo que están viviendo sus familiares y lo que está por venir... sólo puedo decir: Donde quiera que estés C. te mando un abrazo fuerte, mis mejores pensamientos y ojalá en otra vida tengamos el gusto de formar una amistad. Descansa en paz.
Y otra reflexión, cuando esto le pasa a conocidos, la preocupación se agudiza con los nuestros. Sobre todo la peque que siempre anda sola con los peques. Sólo me queda meditar mucho en seguridad, amor... mucho amor, que es lo que falta en este planeta. Si existiera amor en los hogares, éste tipo de situaciones no ocurrirían, no habrían malandrines ni delincuentes. Serían pobres, pero felices, o no pobres pero amados.
Estoy triste. Y al que me fastidie con lo mismo, en lugar de mandarlo a freir espárragos, sólo le diré... mírate al espejo, tal vez encuentres que lo que te fastidia de mí, lo estas viendo en aquél reflejo.
Lapsus brutus, anécdotas, sueños, recuerdos, pensamientos, cuentos, exabruptos...
Mostrando las entradas con la etiqueta Juventud. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Juventud. Mostrar todas las entradas
miércoles, marzo 14, 2012
sábado, agosto 13, 2011
Desconocida
Es increíble cómo sólo una fotografía, pudiese traer tantos "des recuerdos", emociones encontradas e inseguridades juntas. Una compañera de la prepa/universidad plasmó en el "cara-libro" un momento que no recordaba.
Mil cosas pasaron por mi mente al ver aquél rostro que ni yo misma reconocí, ni su peinado, ni su maquillaje, ni su ropa... lo único que reconocí, fue el colguije egipcio en aquél delgado cuello. La niña guapa, de mirada triste e infraganti. Traté de hacer memoria, no me hallaba. Vi el contexto, las demás fotos en el álbum...
En aquél entonces, en casa se vivía una dictadura. Problemas con overkill por su adolescente comportamiento, la violencia física y psicológica de papá y su controlitis incontrolable, el temor de mamá, la inocencia de la peque... la eternamente triste Nefer. Se venían muchos cambios, en verano del año siguiente nos mudaríamos a Italia. No tenía ni idea de que unos pocos meses después, papá no estaría entre nosotros.
Mi tristeza era profunda, venía desde la infancia. Un padre egocéntrico, macho y controlador. Su familia criticona. Celoso extremista, en cada oportunidad hacía ver mis defectos físicos: dientes chuecos, "nariz de tu madre", boca de "piquito de pájaro", "nada por aquí, nada por allá", "pobre de mijita la feita". Más tarde me enteré que lo hacía para que yo no me ilusionara con el sexo opuesto y no tuviese novio, para no darle a papá preocupaciones.
Insegura y poco sociable deambulaba por aquellas aulas, a veces comportándome con la pedantería aprendida de mi padre, tratando de probar no se qué cosas. Enamorada platónicamente de uno de mis mejores amigos, vivía eternamente en drama por que "no me pelaba".
Mi mejor amiga de aquella época, exasperada, me decía que viera más allá de aquél crío, que no todo era eso. Ella sin embargo, "sí tenía problemas": sus padres le daban demasiada libertad y se sentía sola, con tanta libertad que no sabía qué hacer con ella. Nada sabía ella del encierro al que papá nos tenía sometidos. Mi escape y felicidad era estar en las aulas, rodeada de conocidos/desconocidos/amigos, etc., haciendo todo tipo de actividades extra curriculares, para estar el menor tiempo posible en casa.
En esa época, mi mejor amiga se la vivía en mi casa... después de clases y "granero" (donde hacíamos aerobicos o jazz en la escuela) venía a comer y nos la pasábamos toda la tarde platicando de mil cosas, moda, peinados, chismes, cómo sería nuestro futuro, qué tíos nos gustaban. Claro, todo esto, cuando papá no estaba. Y si papá llegaba, siempre vió su lado coquetón y simpático, como cuando estaba de buenas. Nunca vio su lado obscuro. Nunca hice nada por aclararle a ella la visión. Nadie tenía por qué saber cómo estaban las cosas en casa. Se supone que éramos cinco... "los cinco dedos de una mano que unidos en un puño, podrían vencer cualquier cosa" - como solía decirlo papá.
Hoy vi esa fotografía e incrédula, comenté que esa no era yo. Un par de amigos respondieron "claro que eres tú". Me di cuenta y reconocí algo que nunca hice: mi auto-estima en aquél entonces, estaba por los suelos. Joven y bella, con toda la vida por delante. Sin todas esas inseguridades tal vez mi vida sería otra. No puedo imaginar, pero pienso que de no haber vivido todo lo que viví, no habría aprendido tanto. Por algo pasan las cosas.
Después de todos estos recuerdos y sentimientos, veo la foto y me digo: que hermosa chica.
Mil cosas pasaron por mi mente al ver aquél rostro que ni yo misma reconocí, ni su peinado, ni su maquillaje, ni su ropa... lo único que reconocí, fue el colguije egipcio en aquél delgado cuello. La niña guapa, de mirada triste e infraganti. Traté de hacer memoria, no me hallaba. Vi el contexto, las demás fotos en el álbum...
En aquél entonces, en casa se vivía una dictadura. Problemas con overkill por su adolescente comportamiento, la violencia física y psicológica de papá y su controlitis incontrolable, el temor de mamá, la inocencia de la peque... la eternamente triste Nefer. Se venían muchos cambios, en verano del año siguiente nos mudaríamos a Italia. No tenía ni idea de que unos pocos meses después, papá no estaría entre nosotros.
Mi tristeza era profunda, venía desde la infancia. Un padre egocéntrico, macho y controlador. Su familia criticona. Celoso extremista, en cada oportunidad hacía ver mis defectos físicos: dientes chuecos, "nariz de tu madre", boca de "piquito de pájaro", "nada por aquí, nada por allá", "pobre de mijita la feita". Más tarde me enteré que lo hacía para que yo no me ilusionara con el sexo opuesto y no tuviese novio, para no darle a papá preocupaciones.
Insegura y poco sociable deambulaba por aquellas aulas, a veces comportándome con la pedantería aprendida de mi padre, tratando de probar no se qué cosas. Enamorada platónicamente de uno de mis mejores amigos, vivía eternamente en drama por que "no me pelaba".
Mi mejor amiga de aquella época, exasperada, me decía que viera más allá de aquél crío, que no todo era eso. Ella sin embargo, "sí tenía problemas": sus padres le daban demasiada libertad y se sentía sola, con tanta libertad que no sabía qué hacer con ella. Nada sabía ella del encierro al que papá nos tenía sometidos. Mi escape y felicidad era estar en las aulas, rodeada de conocidos/desconocidos/amigos, etc., haciendo todo tipo de actividades extra curriculares, para estar el menor tiempo posible en casa.
En esa época, mi mejor amiga se la vivía en mi casa... después de clases y "granero" (donde hacíamos aerobicos o jazz en la escuela) venía a comer y nos la pasábamos toda la tarde platicando de mil cosas, moda, peinados, chismes, cómo sería nuestro futuro, qué tíos nos gustaban. Claro, todo esto, cuando papá no estaba. Y si papá llegaba, siempre vió su lado coquetón y simpático, como cuando estaba de buenas. Nunca vio su lado obscuro. Nunca hice nada por aclararle a ella la visión. Nadie tenía por qué saber cómo estaban las cosas en casa. Se supone que éramos cinco... "los cinco dedos de una mano que unidos en un puño, podrían vencer cualquier cosa" - como solía decirlo papá.
Hoy vi esa fotografía e incrédula, comenté que esa no era yo. Un par de amigos respondieron "claro que eres tú". Me di cuenta y reconocí algo que nunca hice: mi auto-estima en aquél entonces, estaba por los suelos. Joven y bella, con toda la vida por delante. Sin todas esas inseguridades tal vez mi vida sería otra. No puedo imaginar, pero pienso que de no haber vivido todo lo que viví, no habría aprendido tanto. Por algo pasan las cosas.
Después de todos estos recuerdos y sentimientos, veo la foto y me digo: que hermosa chica.
martes, septiembre 26, 2006
Percepciones
Hoy estuve chateando con un amigo de la prepa. En realidad fue mi mejor amigo y cabe mencionar que en algún momento me trajo de un ala. Era cruel con las chicas, pero muy carismático.
Estuvo en las buenas y en las malas... y de repente ya graduados hasta de la carrera, nos veíamos de vez en cuando ya desde otra perspectiva, sin atracciones ni cosas por el estilo.
Estábamos platicando de miles de cosas y le comenté la anécdota de aquél individuo boricua en NY que quería llevarme a la fiesta privada y le hice una broma, diciéndole de antemano que era una indecencia de las nueve de la noche. Me contestó que yo nunca sería indecente.
Yo pienso que me recuerda como aquella chiquilla de familia, inocente e ingenua. Fue el único que conoció en persona al geniudo de mi padre y supo lidiar con él (pues era muy celoso) y lo más curioso es que me metí en problemas con papá por él sin que él lo supiera. Digamos que crecimos juntos en una cierta etapa.
Me quedé pensando y hacia mis adentros, me dije "si supieras todo lo que he pasado en mi vida, en los momentos en que estuvimos ausentes uno del otro"... creo que si le contara mis secretos, se iría de espaldas... no se lo imaginaría y creo que mi imagen ante él se desmoronaría o simplemente, me desconocería.
Luego, me envió un correo con una oración de tipo cadena y le agradecí el gesto, pues es un bello mensaje de buenos deseos... pero no cabe duda que ahora estamos sintonizados en canales diferentes. Le tengo buen aprecio y buenos recuerdos, pero no sé si en algún momento le "confesaría" mis pecados.
Mientras tanto, sigo tirada en la cama, con un ardor de pecho que no me la acabo y tratando de mentalizarme de ir a la oficina mañana... que aunque no hay mucho por hacer, tengo que estar presente, ya que tengo cita con el dentista las 2.30pm y el jueves aquél estudio nuclear que comerá mi mañana.
_____________
Update> una vez más, me equivoqué... me confesó sus fechorías, entre algunas interesantes, que siempre le gusté, que estuvo tentado a besarme muchas veces pero que no quería jugar con mis sentimientos porque me dijo que lo único que quería en esa época era darle vuelo a la hilacha. Cómo una plática en letras no le da la connotación a las palabras... me agrada la idea.
Estuvo en las buenas y en las malas... y de repente ya graduados hasta de la carrera, nos veíamos de vez en cuando ya desde otra perspectiva, sin atracciones ni cosas por el estilo.
Estábamos platicando de miles de cosas y le comenté la anécdota de aquél individuo boricua en NY que quería llevarme a la fiesta privada y le hice una broma, diciéndole de antemano que era una indecencia de las nueve de la noche. Me contestó que yo nunca sería indecente.
Yo pienso que me recuerda como aquella chiquilla de familia, inocente e ingenua. Fue el único que conoció en persona al geniudo de mi padre y supo lidiar con él (pues era muy celoso) y lo más curioso es que me metí en problemas con papá por él sin que él lo supiera. Digamos que crecimos juntos en una cierta etapa.
Me quedé pensando y hacia mis adentros, me dije "si supieras todo lo que he pasado en mi vida, en los momentos en que estuvimos ausentes uno del otro"... creo que si le contara mis secretos, se iría de espaldas... no se lo imaginaría y creo que mi imagen ante él se desmoronaría o simplemente, me desconocería.
Luego, me envió un correo con una oración de tipo cadena y le agradecí el gesto, pues es un bello mensaje de buenos deseos... pero no cabe duda que ahora estamos sintonizados en canales diferentes. Le tengo buen aprecio y buenos recuerdos, pero no sé si en algún momento le "confesaría" mis pecados.
Mientras tanto, sigo tirada en la cama, con un ardor de pecho que no me la acabo y tratando de mentalizarme de ir a la oficina mañana... que aunque no hay mucho por hacer, tengo que estar presente, ya que tengo cita con el dentista las 2.30pm y el jueves aquél estudio nuclear que comerá mi mañana.
_____________
Update> una vez más, me equivoqué... me confesó sus fechorías, entre algunas interesantes, que siempre le gusté, que estuvo tentado a besarme muchas veces pero que no quería jugar con mis sentimientos porque me dijo que lo único que quería en esa época era darle vuelo a la hilacha. Cómo una plática en letras no le da la connotación a las palabras... me agrada la idea.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)