Después de que alguien muere, uno reconoce el legado del que se fue. Steve Jobs fue una de esas almas que dejaron y dejarán huella por tiempo indefinido.
El ver de nuevo su discurso en Harvard en el 2005, me hizo recordar los viejos sueños jóvenes que dejé en el baúl del olvido. Según yo no sabía lo que me gusta o lo que quiero, pero en realidad siempre lo supe. Me gusta crear. Durante mi carrera, a pesar de dedicarme a lo que "no me gusta", para "darle gusto a papá"... en realidad estuve aplicando lo que me gusta: crear nuevas formas para automatizar procesos administrativos con cuanta herramienta tuviera a la mano.
Me di cuenta de que tengo que tener más fe en mi misma y arriesgar, pues no hay nada que perder. De verdad que no hay nada que perder. Mamá lo decía... infinito de posibilidades, nada importa. Lo mismo que dijo Jobs en su discurso. Vaya, hasta Neo en "The Matrix"... su legendario "there is no spoon". No se debe estar al filo de la muerte para comprender esto... pero normalmente uno lo pasa por desapercibido - al menos yo lo hice, porque tal vez no lo comprendía -
¿Qué me espera el futuro? en realidad ya no me preocupa. Sólo sé que tendré un trabajo, que no sé a ciencia cierta cuanto durará, pero sin duda me servirá como una herramienta para hacer lo que mejor sé hacer y lo que más me gusta. Tomaré los cursos necesarios, las certificaciones necesarias y al fin haré realidad lo que por alguna estupidez dejé en el letargo. Simplemente me distraje de mi camino, pero no importa. Haré lo que mejor esté en mi por vivir mis sueños.
Por alguna extraña razón, desde que comenzó Octubre, siento aires nuevos... renovados en este ser. Espero que este motorcito siga inspirando y empujando.
Hoy recibí una noticia triste. La mamá de una amiga mía falleció. Tristemente no la pudo alcanzar, pues mi amiga vive en Canadá. Ahora se encuentra en México y está destrozada porque no tuvo la oportunidad de despedirse.
Aquí le dejo... la voy a llamar. Me toca echarle todas las porras que ella me echó estos meses. La muerte impresiona cuando viene de imprevisto... aunque todos tenemos esa inevitable sentencia. El duelo es necesario y nada es para siempre. Así que estimado lector, ama con intensidad, emociónate, vive, canta, baila, pinta, toca algún instrumento, platica mucho, dile a tus seres queridos cuanto los quieres, apapáchalos, sonríe, ríe a carcajadas, llora de la risa. Los momentos que más recuerdo de mamá, es cuando hacíamos tonterías y nos reíamos... cuando inventábamos vocabulario para describir objetos o situaciones, cuando hacíamos caras... cuando estaba yo de malas y ella me trataba de alegrar el día haciendo payasadas... cuando platicábamos largas horas, cuando nos mirábamos a los ojos, cuando le decía cuanto la quería y se sonreía tímidamente con sus pestañitas a media asta y me decía "yo también chicuelina". Italia, esto también pasará y llegarás a lo que he llegado, a dejar la tristeza atrás y verás el horizonte limpio y listo para explorar.
Lapsus brutus, anécdotas, sueños, recuerdos, pensamientos, cuentos, exabruptos...
Mostrando las entradas con la etiqueta Descubrimiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Descubrimiento. Mostrar todas las entradas
viernes, octubre 07, 2011
sábado, agosto 13, 2011
Desconocida
Es increíble cómo sólo una fotografía, pudiese traer tantos "des recuerdos", emociones encontradas e inseguridades juntas. Una compañera de la prepa/universidad plasmó en el "cara-libro" un momento que no recordaba.
Mil cosas pasaron por mi mente al ver aquél rostro que ni yo misma reconocí, ni su peinado, ni su maquillaje, ni su ropa... lo único que reconocí, fue el colguije egipcio en aquél delgado cuello. La niña guapa, de mirada triste e infraganti. Traté de hacer memoria, no me hallaba. Vi el contexto, las demás fotos en el álbum...
En aquél entonces, en casa se vivía una dictadura. Problemas con overkill por su adolescente comportamiento, la violencia física y psicológica de papá y su controlitis incontrolable, el temor de mamá, la inocencia de la peque... la eternamente triste Nefer. Se venían muchos cambios, en verano del año siguiente nos mudaríamos a Italia. No tenía ni idea de que unos pocos meses después, papá no estaría entre nosotros.
Mi tristeza era profunda, venía desde la infancia. Un padre egocéntrico, macho y controlador. Su familia criticona. Celoso extremista, en cada oportunidad hacía ver mis defectos físicos: dientes chuecos, "nariz de tu madre", boca de "piquito de pájaro", "nada por aquí, nada por allá", "pobre de mijita la feita". Más tarde me enteré que lo hacía para que yo no me ilusionara con el sexo opuesto y no tuviese novio, para no darle a papá preocupaciones.
Insegura y poco sociable deambulaba por aquellas aulas, a veces comportándome con la pedantería aprendida de mi padre, tratando de probar no se qué cosas. Enamorada platónicamente de uno de mis mejores amigos, vivía eternamente en drama por que "no me pelaba".
Mi mejor amiga de aquella época, exasperada, me decía que viera más allá de aquél crío, que no todo era eso. Ella sin embargo, "sí tenía problemas": sus padres le daban demasiada libertad y se sentía sola, con tanta libertad que no sabía qué hacer con ella. Nada sabía ella del encierro al que papá nos tenía sometidos. Mi escape y felicidad era estar en las aulas, rodeada de conocidos/desconocidos/amigos, etc., haciendo todo tipo de actividades extra curriculares, para estar el menor tiempo posible en casa.
En esa época, mi mejor amiga se la vivía en mi casa... después de clases y "granero" (donde hacíamos aerobicos o jazz en la escuela) venía a comer y nos la pasábamos toda la tarde platicando de mil cosas, moda, peinados, chismes, cómo sería nuestro futuro, qué tíos nos gustaban. Claro, todo esto, cuando papá no estaba. Y si papá llegaba, siempre vió su lado coquetón y simpático, como cuando estaba de buenas. Nunca vio su lado obscuro. Nunca hice nada por aclararle a ella la visión. Nadie tenía por qué saber cómo estaban las cosas en casa. Se supone que éramos cinco... "los cinco dedos de una mano que unidos en un puño, podrían vencer cualquier cosa" - como solía decirlo papá.
Hoy vi esa fotografía e incrédula, comenté que esa no era yo. Un par de amigos respondieron "claro que eres tú". Me di cuenta y reconocí algo que nunca hice: mi auto-estima en aquél entonces, estaba por los suelos. Joven y bella, con toda la vida por delante. Sin todas esas inseguridades tal vez mi vida sería otra. No puedo imaginar, pero pienso que de no haber vivido todo lo que viví, no habría aprendido tanto. Por algo pasan las cosas.
Después de todos estos recuerdos y sentimientos, veo la foto y me digo: que hermosa chica.
Mil cosas pasaron por mi mente al ver aquél rostro que ni yo misma reconocí, ni su peinado, ni su maquillaje, ni su ropa... lo único que reconocí, fue el colguije egipcio en aquél delgado cuello. La niña guapa, de mirada triste e infraganti. Traté de hacer memoria, no me hallaba. Vi el contexto, las demás fotos en el álbum...
En aquél entonces, en casa se vivía una dictadura. Problemas con overkill por su adolescente comportamiento, la violencia física y psicológica de papá y su controlitis incontrolable, el temor de mamá, la inocencia de la peque... la eternamente triste Nefer. Se venían muchos cambios, en verano del año siguiente nos mudaríamos a Italia. No tenía ni idea de que unos pocos meses después, papá no estaría entre nosotros.
Mi tristeza era profunda, venía desde la infancia. Un padre egocéntrico, macho y controlador. Su familia criticona. Celoso extremista, en cada oportunidad hacía ver mis defectos físicos: dientes chuecos, "nariz de tu madre", boca de "piquito de pájaro", "nada por aquí, nada por allá", "pobre de mijita la feita". Más tarde me enteré que lo hacía para que yo no me ilusionara con el sexo opuesto y no tuviese novio, para no darle a papá preocupaciones.
Insegura y poco sociable deambulaba por aquellas aulas, a veces comportándome con la pedantería aprendida de mi padre, tratando de probar no se qué cosas. Enamorada platónicamente de uno de mis mejores amigos, vivía eternamente en drama por que "no me pelaba".
Mi mejor amiga de aquella época, exasperada, me decía que viera más allá de aquél crío, que no todo era eso. Ella sin embargo, "sí tenía problemas": sus padres le daban demasiada libertad y se sentía sola, con tanta libertad que no sabía qué hacer con ella. Nada sabía ella del encierro al que papá nos tenía sometidos. Mi escape y felicidad era estar en las aulas, rodeada de conocidos/desconocidos/amigos, etc., haciendo todo tipo de actividades extra curriculares, para estar el menor tiempo posible en casa.
En esa época, mi mejor amiga se la vivía en mi casa... después de clases y "granero" (donde hacíamos aerobicos o jazz en la escuela) venía a comer y nos la pasábamos toda la tarde platicando de mil cosas, moda, peinados, chismes, cómo sería nuestro futuro, qué tíos nos gustaban. Claro, todo esto, cuando papá no estaba. Y si papá llegaba, siempre vió su lado coquetón y simpático, como cuando estaba de buenas. Nunca vio su lado obscuro. Nunca hice nada por aclararle a ella la visión. Nadie tenía por qué saber cómo estaban las cosas en casa. Se supone que éramos cinco... "los cinco dedos de una mano que unidos en un puño, podrían vencer cualquier cosa" - como solía decirlo papá.
Hoy vi esa fotografía e incrédula, comenté que esa no era yo. Un par de amigos respondieron "claro que eres tú". Me di cuenta y reconocí algo que nunca hice: mi auto-estima en aquél entonces, estaba por los suelos. Joven y bella, con toda la vida por delante. Sin todas esas inseguridades tal vez mi vida sería otra. No puedo imaginar, pero pienso que de no haber vivido todo lo que viví, no habría aprendido tanto. Por algo pasan las cosas.
Después de todos estos recuerdos y sentimientos, veo la foto y me digo: que hermosa chica.
domingo, abril 24, 2011
Cosas que endulzan el alma
Buscando precisamente el título de este post, a parte de recetas de postres con toneladas de azúcar, descubrí un blog que me pareció interesante.
Anoche soñé con mamá y desperté apachurradona, después de llorar un rato, desayuné, me bañé y me fui a la clase de baile. Regresando después de sudar todos los karmas, me sentí mejor. Pasé al super mercado a comprar algunas cosas y llegando a casa me puse a sembrar flores y bulbos. Con esto de las lluvias, es mejor ahora que en las sequías del verano.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)