Hoy ha sido un día extraño, pero a la vez interesante. Hace un par de días me enteré de una buena noticia, que a su tiempo le daré su espacio en esta pirámide.
Saliendo de la planta, nos encaminamos temprano para cruzar la frontera y dirigirnos a San Diego para mañana tomar el primer vuelo de regreso. Tuvimos la suerte de que ésta vez, no nos revisaron, sólo pidieron identificaciones y ya.
Durante el trayecto, estuve jugando con una pulsera de magnetos que compré según esto para disminuir los dolores de bursitis que a veces van y vienen. Jugué con aquella pulsera de mil formas, porque está compuesta por 17 magnetos que se unen y separan entre sí.
Mientras le daba vueltas, la doblaba, etc. pensaba en el poder del magnetismo. A la vez, pensaba en lo que me depara el destino a muy corto plazo, lo cual hizo esbozar una enorme sonrisa en mi rostro, enseñándome en el espejo retrovisor la nueva y poderosa sonrisa sin brackets.
Pensaba en cómo dentro de unas pocas semanas, podré dar el huarachazo en el trabajo y con un muy buen pretexto. Y bueno, mientras observaba los magnetos acercarse a toda velocidad cada que los separaba, mis pensamientos ligaban ideas... cómo es que a veces las personas son así, un par de magnetos que se atraen, otras que se repelen. Pensaba en las personas con las que he convivido en mi vida, en la única que se dió ése tipo de atracción años atrás. Además a la mente se me vinieron cada uno de los miembros de mi familia.
Sentí mariposas en el estómago y me concentré en el sentimiento. Era una genuina emoción, felicidad y hasta cierto punto excitación. Después pensé que si los magnetos atraen cualquier cosa metálica, pueden también afectar cualquier cosa a su alrededor. Me enfoqué en aquél sentimiento de felicidad y recuerdos y los pensé como en un magneto. Felicidad atrae felicidad, paz atrae paz..., etc.
Después de casi 3 horas de camino, tras cruzar aquellas enormes montañas de áridas rocas, al fin bajamos hacia San Diego.
Llegamos al hotel a dejar las cosas, entré a mi habitación y es un enorme departamento, tiene cocina, sala-comedor, un enorme cuarto, jacuzzi, 2 baños... muy muy amplio y acogedor.
Nos encontramos en el lobby, Reunida con el gordo, le comenté que me tocó una habitación enorme, a lo que me respondió con un poco de recelo. Nos fuimos a cenar a Anthony's con la hermosa mirada al muelle, botecitos, y el bello atardecer que se perdía en el agua del mar.
Poco antes de terminar mi comida, en mi patata horneada, apareció un bicho enorme negro. No era cucharacha, más bien parecía un escarabajo o algo así. Después de la inspección de meseros y mi acompañante (el gordo rústico de siempre, dígase compañero de trabajo), no lograron descifrar qué era ése caparazón duro y redondo del tamaño de una canica grande. Así que procedieron a hacernos un pequeño descuento.
Así que con buen humor, le dije al mesero que no se preocupara, que de todas formas ya había comido demasiado y alegándole al gordo, le dije de broma que a lo mejor era una señal. Me respondió que la señal habrá sido que dejara de comer.
En fin, riendo y contando anécdotas nos regresamos hacia el hotel. Entrando, me dí la vuelta para preguntarle a qué hr. nos veríamos en el Lobby. 5:45am... cuando lo veo inclinándose a leer algún letrero en la recepción, ya me iba, cuando me dijo
- "Nefer!"
- "si?"
- "Mira"
Welcome our guest of the night: Nefertiti Totonaca
Entendí hasta entonces, que aquella enorme suite era por aquella razón.
¿Habrán sido los magnetos?
***
Mientras tecleaba este post, ví la silueta de un muchacho en el reflejo del espejo, justo en la puerta de la habitación. Me dije que estoy loca y que no hay nadie. Me levanté a recorrer la suite. Nadie.
***
Continúo con este post y escucho que en uno de los baños alguien se lava las manos. Me palpita el corazón, corro a ponerme la blusa, pues como es la costumbre, ando en pelotas.
Recorro con temor los baños... uno de los lavabos está mojado. Efectivamente alguien se lavó las manos... pero no hay nadie. Espero que esos magnetos no hayan atraído espíritus chocarreros.