Siempre he sido muy delicadita en cuestiones de higiene, tengo la manía de lavarme las manos "n" número de veces, no puedo salir de casa sin antes ducharme, mi ropa tiene que estar limpia y planchada siempre, nunca reciclo algo que usé en la semana, etc.
Trato dentro de lo posible, pues no cuento con una "chacha", de mantener escombrado, aunque confieso que a veces me gana el desórden (normalmente cuando estoy depre), pero siempre está aspirado, barrido, trapeado. Limpio pues.
Dentro de este contexto, para mí no hay peor pesadilla que cuando se tapa un lavabo o un retrete. Odio tener que tomar con mis manos una "bomba" de goma con mango de madera o de plático, para bombear, mientras a jalones y empujones se logra desalojar el bloqueo de agua. Sólo pensar en que tengo que tocar aquél utensilio, aunque esté nuevo, sin usar... me genera una repugnancia extrema. Compadezco a las personas que tienen éste tipo de actividades como empleo. Yo simplemente, no podría.
Otra de mis manías es que aunque el "trono" esté listo, siempre tiro de la manija para que corra el agua una vez antes de usarlo - comienzo a creer que sí tengo algún signo de obsesión-compulsión - ...
Tras otra noche de insomnio, me despertó el llamado de la naturaleza a las 5.30am. Entre soñando y despierta, me dirijo a ciegas hacia el alivio, cuando tiro de la manija antes de utilizarlo, pero como no hizo el ruido que esperaba, lo volví a hacer. Acto seguido se escucha el sonido del correr del agua, pero ésta vez el sonido se iba ahogando... corrí a prender la luz... ante mi asombro y repugnancia el agua comenzó a subir, a subir, a subir y atónita, en lugar de correr para prevenir que se inundara todo, me quedé helada, viendo como se iba formando una catarata en cámara lenta.
Corrí asqueada por una jerga que inmediatamente puse en el suelo junto a la puerta que da a la habitación alfombrada. Cabe mencionar que las construcciones en este país son muy débiles, todo es a base de madera y tabla-roca, por lo que si hay cualquier tipo de inundación, se puede llenar de moho y comenzar la putrefacción.
Aunque era sólamente agua, no podía controlar la náusea que sentí... haciendo gestos y buscando guantes, no encontré nada y tuve que limpiar todo aquello con la jerga y mis desnudas manos. Me tomó 45 minutos el limpiar aquél desastre, afortunadamente no tuve que usar la dichosa bomba, pero simplemente el imaginar que el agua aunque "limpia", venía de aquél contenedor y significaba para mí que tendría que desinfectar todo.
Tomé la botella de aquél desinfectante, y después de haberme deshecho del agua, lo vertí directamente sobre el piso de linóleo y cepillé con la escoba cada rincón. Mientras tanto, fueron 45 minutos de contener la vejiga, pues después de concluir con el piso, tuve que lavar el dichoso trono de "pé-a-pá".
Una vez desinfectado todo, logré responder a aquél llamado de la madre naturaleza para regresar a la cama a eso de las 6.20am. No pude pegar ojo. Agotada, me levanté para comenzar el día. Ésta vez mi manía me arruinó la mañana y una hora y media de sueño.
1 comentario:
creí que era la única en el universo con manías higiénicas extrañas. Viva! no estoy sola en el mundo, te comprendo perfectamente...
Que tengas un lindo fin de semana!
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