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viernes, enero 27, 2006

Y te sigo...

soñando... esta vez eras el homicida negligente que en una discusión sacó una pistola y mató de un tiro en la cabeza a alguien. Yo presenciaba el asesinato y corría despavorida tratándo de que nadie supiera lo que había pasado.

Era el observador de las investigaciones policiacas y te llevaban preso a prisión. Ahí te visitaba discretamente, sin que nadie me viera, porque sabía que si yo hablaba, sería testigo principal y no quería que supieran la verdad... que tú habías sido. Era muy diferente el que sospecharan, a que supieran que fuiste tú... quería estar de tu lado, claro que en aquél momento, ni siquiera fui para echar un vistazo a la víctima del crimen.

Te miraba tras las rejas y me decías que estaba loca, que por qué había dicho que tu tenías una hija, a lo que contesté: "para que no confisquen tu dinero. Así cuando salgas puedes rehacer tu vida"... estaba preocupada.

Al regresar a la escena del crímen, vi a gente llorando, y no quise si quiera mirarlo, pero al pasar junto a él, no pude evitarlo... ¡era mi hermano!, sí, aquél cadáver que llacía en el suelo, era mi hermano adorado, tenía una bala en el centro de la frente.

Después me ví vestida de negro, mi suegra me decía "te ves muy bella de negro", me acercaba a bajarle el volúmen al radio que tocaba música de los años 20. Al hacerlo, equivocadamente en lugar de bajar el volúmen, cambiaba la estación a lo que frenética la suegra se enfurecía.

Desperté tras escuchar el susurro de mamá "¿son las 7... no vas a ir a trabajar?"

Tras despertar, te me has venido a la mente todo el día... me pregunto dónde andas esta vez, si te va bien, si estás bien de salud y recuerdo todas aquellas locuras que hacíamos juntos... las escapadas de la oficina cuando llegabas de visita a la ciudad, cuando nos íbamos de antro, cuando nos echábamos el café, ... y sí... de lo que tú también te acuerdas...

Tal vez porque es uno de "esos" días... en los que la temperatura corporal comienza a subir, al momento en que la presión comienza a bajar... un hueco en el estómago con la sensación de mariposas revoloteando, con un simple recuerdo. ¡Ah... esto de las hormonas!

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