Tras llenar una formilla de consentimiento, la enfermera me indicó que inyectaría a través de un catéter, una substancia radioactiva para poder tomar fotografías de mi vesícula biliar. Luego, me informó que a la hora y media, inyectaría otra substancia que obligaría contracciones de la vesícula y continuar tomando fotografías.
Sentada con el brazo derecho extendido, sentí como el diminuto tubo entraba en mi vena. Respiré profundo y traté de relajarme. Noté que un extraño olor me invadía internamente, un ligero hormigueo casi imperceptible hacia mi cerebro. Luego me sentí ligeramente mareada, pero sin alarmarme, enfoqué mi vista a aquél televisor prendido. Algo sucedía cerca de alguna escuela gringa, algún otro loco desquiciado tratando de balacear a alguien o algo.
La enfermera tomó mi bolso y libro y me guió a una angostísima cama. Me recosté y con un control remoto guiaba la cama hacia dentro de una máquina y me quedaba una como argolla de aquél aparato a la altura del cuello.
"Serán dos horas, tendrá que estar muy quieta porque tomaremos fotografías. En hora y media, le daré otra intravenosa que provocará ligeros calambres en el estómago, no tendrá mayor complicación".
Sumamente incómoda, tratándo de no moverme, quité aquella almohada pachona que mantenía mi cuello en ángulo de 90 grados. Quedé completamente plana sobre aquella plancha hundida y traté de relajarme, pues ahora sin la almohada, sentía que algo a la altura de mi cuello se movía de lugar y me asfixiaba (espero no tener hernia de hiato).
Pasó hora y media, la enfermera procedió a ponerme el otro líquido en la vena y a los pocos segundos comencé a notar contracciones en el estómago que poco a poco se iban esparciendo por todo el abdómen... esófago, estómago, intestinos... sentía como si gases fueran a salir, pero sólo era la sensación, pues mi cuerpo no contenía alimento o bebida alguna desde la media noche.
Quitó el catéter, limpió con alcohol y puso vendaje. Me acompañó a la puerta y me indicó donde estaba la salida. Los resultados le serán enviados al médico en uno o dos días.
Salí del hospital pensando que no había sido del todo mal. Seguía percibiendo ése extraño olor dentro de mi nariz, pero salí al aire fresco y respiré profundo. Me dirigí al auto y decidí comer algo... después de la dieta blanda y ayuno de 12 horas, fui a comerme una sopa de pollo con pasta. Decidí apapacharme así que de camino al depto. quise parar por unas películas... unos cuantos pasos y tuve que correr de regreso al coche. Los intestinos comenzaron con las contracciones, pero esta vez, no estaban vacíos.
Contándo números, haciendo respiraciones, manejé como pude y logré llegar a tiempo al departamento... aventando la ropa por todas partes, llegué despavorida al excusado. Fue tan tremenda la intensidad de aquello, que me dejó débil y tuve que echarme un regaderazo, no sin antes prender el ventilador y abrir todas las ventanas. Aquello tenía un olor a fábrica y desechos tóxicos, nunca había olido algo parecido. Después de un rato en la regadera en cuclillas, cansada y débil, logré salir secarme, ponerme la pijama y echarme a contar esta "minor" experiencia.
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Espero no tener pesadillas en las que mi aura y la del excusado se vean en la obscuridad (efectos secundarios del cochino estudio)
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