Me encontraba en una cama de hospital esperando ver a la criatura con emocion y amor. La acomodaban en mi hombro y se movia y retorcia... parecia una ratita pelona. Era un perro recien nacido. Me quitan el suero y agujas, me visto, me sientan en una silla de ruedas. Al llegar a la entrada, esta mama y el faraon esperando. Me quise levantar y todos los presentes gritaron en precaucion dirigiendose al faraon "no dejes que camine, se puede desangrar".
Salimos del hospital con aquel "bebe" envuelto en una cobijita.
Me despierto en la orillita de la cama, una rodada mas y me caigo al suelo.
1 comentario:
¡Menos mal que te gustan los perros, sino habría sido una pesadilla!
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