Estos son los últimos días de mi período sabático... el próximo lunes, estaré conociendo a nuevas personas, llevando a cabo nuevas y diferentes actividades y tal vez -porque me conozco- empiece a añorar el no estar trabajando, en cierta forma. Más que nada por el tiempo...
Ésto último por el tictac del reloj, que me sigue recordando que la vida no perdona un segundo, que sigue y sigue a paso veloz... y esta impermanencia en todos los aspectos, como roedor ha dejado canales por su enmarañado laberinto, cual vil queso "gruyer", en los que los huecos son los momentos impermanentes que ya no están y el remanente queso, los recuerdos.
Ayer hacía ciertos pendientes hogareños que consideré prudente concluir antes de volver a las andadas laborales. Quise mantener mi práctica de no distracción, estar presente... lo logré en ciertas ocasiones, pero como siempre, me invadieron los pensamientos en emboscada y a ratos las emociones me tomaron presa. Decidí que como no podía hacerme presente de nuevo, escucharía música... la música, aunque me hizo viajar a diferentes épocas de mi vida, logró distraerme de los pensamientos y por la tarde, mi mente otra vez estaba presente.
De verdad que es difícil permanecer presente y a la vez paradójico, porque esa permanencia es difícil de lograr en la constante impermanencia. En fin, creo que yo sola me entiendo, porque hasta el momento sigo descifrando paradojas.
Cuando mi mente voluntariosa intenta largarse a donde le da la gana, repito el koan que me dio Sunim. Logra traerme de vuelta. Pero es difícil... la costumbre a veces me orilla a prender el televisor para embrutecer al ser. Afortunadamente no lo prendí hasta que llegó la hora de Medium, 10pm. No sólo me tengo que disciplinar con la práctica, sino alinearme a un buen horario para que cuando empiece a trabajar, no me pegue la rutina cotidiana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario