* anticipo que esta entrada es larga, así que tómate tu tiempo y léela cuando quieras *
Caminamos en silencio y en fila. En la barra de la cocina que da hacia el comedor, hay diversos platones con cereales, arroz con frijoles y manzana, yogurth natural, leche de soya, naranja, plátano y té.
Cada quién toma un pequeño tazón, se sirve uno libremente lo que gusta siempre y cuando no deje sobras. Es recomendable, servirse una porción pequeña y después repetir... porque una vez que te sirves, te tienes que acabar todo.
Antes de comer, esperamos a que todos estén sentados y se toca una campanilla. Hacemos reverencia y tomamos el platón entre las manos y reconocemos los alimentos. Implícitamente se considera a todo ser humano o animal que contribuyó al alimento que está en nuestras manos, agradeciendo.
Comenzamos a comer tranquilamente. Saboreando cada alimento y continuando con la práctica. La práctica está conformada a parte de la respiración y ecuanimidad, por una frase o pequeñas palabras que mantienen la mente concentrada y no haya pensamientos intrusos.
Una vez que se termina de comer, se sirve té en el tazón y se limpia sin hacer ruido con la cuchara, cualquier partícula de comida, para que todo se vaya al tomar el té. No desperdiciar.
Tuvimos una sesión de descanso y comenzó la sesión de trabajo. Habían papelitos con las actividades que se tenían que hacer.
Tomé el primer papelito que decía "zacudir el altar del segundo piso, zacudir el piano que por cierto, está muy sucio".
Subí y me dí a la tarea y comencé por el altar, pero como un tío andaba aspirando, decidí hacer una pausa para mejor zacudir el piano. No hay tarea más bella que la de limpiar un piano. Para mi sorpresa, en la caja de las cuerdas se encontraba una muñeca de tela muy vieja. Yo creo que ni los del templo sabían de la existencia de la muñeca. La saqué y continué con mi labor.
Después de limpiar, inició otra sesión de meditación. Tres postraciones y luego cada quien a su lugar. No me pude concentrar. Me concentraba por algunos minutos y luego mi mente se dio a la vagancia para luego retornar de vez en cuando.
Entre meditaciones, también hacíamos carreras en el salón del segundo piso, con el enorme Buda al fondo, luego caminatas, hasta reducir la velocidad y caminar sumamente despacio continuando con la práctica.
Mientras meditábamos, llamaron a entrevistas.
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