Páginas

sábado, febrero 12, 2011

Amnesia...

El vuelo de conexión estuvo tranquilo. Al llegar a mi destino, el faraón me sorprendió en uno de los pasillos, para ayudarme con tan pesada carga. Nos abrazamos y no dejé de llorar por un largo instante.
Llegamos a las bandas giratorias a recoger el resto del equipaje. Charlamos de detalles del viaje y nos dirigimos al auto. Mi auto. Me parecía tan desconocido, como si esta vida no fuese mía. Seis meses fuera de casa ocasionaron algo así como una amnesia. Amnesia de una vida ilusoria que llevaba en automático. Creo que lo que largamente añoré por años -el morir antes de los cuarenta- sucedió sin ton ni son a los cuarenta. Con la muerte de mi madre, murió aquella niña-jovenzuela-ahora-mujer y comienza una extraña etapa.
Entré a casa y la sentí vacía... como cuando uno va a ver casas para elegir una y habitarla. Aquí, aunque amueblada y decorada con globos por el día de San Valentín, me sentí totalmente vacía. Recorrí la casa en silencio y con lágrimas contenidas. Todos los objetos que veía a mi alrededor, mi ropa, libros, etc... todo me parecía ajeno. Como si la persona que viviese aquí fuera una totalmente diferente a la que soy. No tengo ni la menor idea de por dónde empezar, por dónde comenzar esta nueva vida que se me desenrolla así de repente.
El faraón habla de actividades por hacer, clases por tomar, meditaciones a las que ir... yo sólo me pasmo ante el infinito vacío, incredulidad y desconocimiento de este espacio. Vaya, ni siquiera supe cómo activar el agua caliente de la ducha. Cené una pasta pre cocinada y me di una ducha. Cansada y totalmente desvelada, tecleo este post y sigo sin comprender quién era la persona que habitaba esta casa... una completa desconocida.

Vacio...

El taxi pasó por mi a las cuatro y media de la mañana. Tras un largo monólogo del taxista, cuya ruta desconocida pero rápida me hizo llegar tempranísimo al aeropuerto, documenté mi equipaje. Reacomodé algunas cosas en la maleta de mano y me dirigí al restaurante aquél para desayunar algo. Comí un enorme plato de frutas con yogurt y granola, un té y un jugo "verde".
Atarantada por no haber dormido nada, estuve depurando papeles mientras terminaba el desayuno. Pagué la cuenta y me dirigí hacia la sala de salidas. Al pisar la alfombra, me percaté que tu esencia, tu presencia había estado el año anterior despidiéndose de mi con un enorme abrazo. Me pedías que no mirara atrás. No te hice caso y al hacerlo, te vi partir y a ti sí, sin mirar atrás, aunque claro, al volverte para darte la vuelta hacia el pasillo, noté tus lágrimas.
Hoy no pude evitar derramar lágrimas en el pasillo de salidas, mientras vívidamente recordaba tus despedidas. Sollozando me encaminé hacia el uniformado que revisaba las identificaciones, al mismo tiempo que limpiaba mi rostro con la orilla de la manga del suéter.
Pasé por las revisiones y tiempo más tarde, me trepé al avión. Un día larguíiiisimo sin duda. Lágrimas escurridizas se deslizaban sobre mi rostro sin control ni aviso alguno, en diferentes ocasiones. Tal fue mi lagrimeo silencioso, que una mujer cristiana me extendió su biblia. "Tómala, que esto te ayude a superar esto". Le dije que no era necesario, que la dejaría sin su libro. Ella insistió.
Traté de diferentes maneras de deshacerme de aquél pesado libro. Ya no necesitaba objeto alguno, pues iba cargada de equipaje. En varios intentos y diferentes ocasiones intente "olvidar" casualmente el libro... en un carrito de las maletas, en el área de revisiones aduanales, etc. No fue sino hasta que al lograr salir de todo ese maratón de "esculcamiento", que decidí dejar todas mis cosas en una silla. Reorganizar todo y sin que la gente a mi alrededor se diera cuenta, tomaría todas mis pertenencias dejando atrás tan pesado libro. Esta vez lo logré.
Agradecí las buenas intenciones de la mujer, pero el cargar un elemento extra, implicaba un apretón más a los discos de mi traqueteada columna vertebral... además de la flojera de remotamente imaginar leer tal volumen. Suficiente tuve en los años básicos, además de que a cada quién le funcionan ciertas cosas y a otras no. A mi la biblia no me funciona.

martes, febrero 08, 2011

Hacia lo desconocido...

Después de semanas de espera, el notario no da solución a nuestra espera. Ni modo, me tengo que ir. No me gusta dejar pendientes pero ojalá ya haya oportunidad de regresar pronto para concluir con los trámites.

Me siento rara... por un lado, añoro la rutina antigua, en la que iba al trabajo, a mis clases de baile y luego a casa, con la cotidianeidad.

Tras lo sucedido con mamá, todo tomó un sentido distinto. Sé que no estará ella al otro lado del teléfono, ni estará esperándome en el aeropuerto en el area de llegadas, ni mucho menos en el área de partidas dándome el tan hermoso largo abrazo, seguido de su partida sin mirar atrás para que yo no notara sus lágrimas al decir adiós.

Extrañaré sus porras, caricias, consejos, sus lindas palabras de madre. Me voy con el corazón hueco. No sé qué rumbo tomará mi vida, las cosas que antes me interesaban ya no tienen prioridad en mi lista, si es que aún existe una. Sólo sé que en cada amanecer, en cada rocío, en cada flor, en la brisa del aire en mis mejillas, ahí está... silenciosa en aquella otra dimensión, observando lo que hago. O tal vez, planeando dónde más aterrizar para renacer y ocupar otra vida en alguna otra forma. Si es así, ojalá la vuelva a conocer, la vuelva a tratar, la vuelva a amar en otra vida.

Mi amor es eterno, eterno mi pensamiento... siempre estará conmigo, en el atardecer, al mirar esas estrellas que juntas observamos la madrugada de su partida. Sus ojos enormes y expresivos, su satisfacción y felicidad al verse iluminada, todo quedó impregnado en mi memoria. Su último suspiro, su partida.

¿A dónde te habrás ido?... lo que me queda claro es que eres felíz, estás donde querías. Lejos de una tortura, muy cerca del infinito, de la unidad, del todo. Con cada meditación alzaré mi mano e intentaré acariciarte, decirte que todo va bien y que con tu silenciosa compañía seguiré el andar de este camino, mismo que me ayudaste y enseñaste a recorrer.

Te amo mamita... y ahora, parto... hacia un rumbo desconocido.

lunes, enero 03, 2011

Otro año más...

Llena de pendientes por resolver antes de partir a casa.
El 2010 me dejó infinitas enseñanzas. Una de ellas y la más importante, no tener miedo. Vivir intensamente el aquí y el ahora, sin importar si el momento es bueno o malo.

Fui al retiro de meditación Zen con mis hermanos. Fue una muy buena experiencia, enriquecedora sin duda y ojalá que a ellos les sirva en su auto conocimiento y su vida en general.

Hoy posteé aquí...

Te deseo un año lleno de salud, mucho amor y sinceridad, aceptación de cualquier situación que te abrume y prosperidad. Un abrazo universal con mucho mucho amor.

jueves, diciembre 23, 2010

Vacío en la nada...

Y como bien lo decías... ya nada importa.

Amanecí con un resfriado. Overkill y yo bajamos a algún doctorcillo a que nos recetara, para poder sobrevivir el retiro que se aproxima a pasos agigantados.

No sé cómo explicar por lo que estoy pasando. Es una mezcla de certeza que todo va a estar bien y la sensación de que todo esto que acaba de pasar, pasó hace años. Te extraño pero no te pienso con dolor. Es tan extraño y tan diferente a lo que sentí con la muerte de papá. Tal vez porque tuve la oportunidad de estar contigo las 24 horas, atenderte como te merecías, darte toda mi atención, amor y apoyo. Te dí todo... y todo se fue contigo. Así que me quedé sin nada.

Siento como si mi ser fuera un envase vacío al que ahora tendré la oportunidad de llenar con nuevas experiencias, sentimientos, recuerdos.

Descansa en paz y feliz, que ese cosmos del que hablabas, ya te está abrigando. Te quiero mucho y siempre estas conmigo, en mi mente y mi corazón... pero es hora de partir... partir hacia lo nuevo y desconocido, sin miedo.

Mi percepción de la muerte cambió totalmente. No hay nada que temer, porque ya nada importa.

domingo, diciembre 19, 2010

Iluminación...

Tras estar hospitalizada, el jueves pediste que adelantáramos la Navidad. Con una logística un tanto desordenada, nos vimos a la tarea de prepararte tu reunión.

El viernes, envolvimos juntos los regalos y horas más tarde la ambulancia te llevaba de regreso al departamento.

Acercamos el árbol a tu cama, así como la mesa y con la ayuda de los niños, decoramos tu cuarto.
Cenamos, abrimos regalos y estuviste muy contenta, pero muy débil.

El sábado el faraón se fue. Lo dejé en el aeropuerto. Debí mandarlo en taxi, habría estado más tiempo contigo.

La tarde pasó tranquila, aunque un poco aterrante para ti. Muy cansada pero aceptabas y pedías alimentos. La peque avisó que se quedaría por la noche.

Domingo... nos levantaste a las 5am, exigiendo que te pusiéramos de pie, que ya podrías caminar... me preguntaste si quería ir contigo. Asentí y te pregunté que si de parranda... "no estoy jugando" me respondiste. Nos apresuramos a vestirte.

Mamá: vámonos, no hay tiempo, nos esperan, no vamos a llegar (con voz emotiva aunque débil)
Peque, Nefer: sí, sólo te tapamos bien...
Mamá: ya vamos, no hay tiempo!

Salimos a la calle en pijamas y pantuflas, envueltas en cobijas, mamá con mi chamarra y en silla de ruedas. La madrugada estaba estrellada, silenciosa y bella. Mágica.

Mamá: vámonos, no hay tiempo, más rápido!
Peque: mira mamá! nos encontramos dinero!!! (a nuestro paso, alguien tiró monedas de diez pesos en lo que parecía haber sido un paquete envuelto en masking tape)
Mamá: eso no importa!!!! se nos hace tarde!!! no hay tiempo que perder!!!!
Mamá: (a overkill que venía detrás de nosotros) no!! tu regresa, no estás preparado.

Overkill con tristeza en la mirada, recogió las monedas de la calle y regresó al departamento. La peque y yo nos fuimos siguiendo sus indicaciones... "derecha!", "izquierda"... cuadras y tiempo transcurrieron...

Mamá: un árbol! busquen un árbol! donde no haya gente ni coches, ya que aquí no hay montañas... tengo que compartirles esta experiencia!!!!

Te acomodamos frente a unos lindos árboles, pero volteaste y dijiste que había un Oxxo feo y que mejor a la vuelta. La peque y yo, cada una a tu lado, nos apresuramos y cruzamos la calle, torcimos a la derecha y un auto tenía una calcomanía de Jesucristo con las palabras "búscame".
Dimos la vuelta a la izquierda y nos apuntaste a un árbol de amplias raíces.

Mamá: esto no es lo que yo esperaba, pero bueno, no importa. Ya nada importa... vieron?
Peque y Nefer: no má... que?
Mamá: (con una sonrisa débil y mirada en éxtasis) Me iluminé!!!! me iluminé!!!! vi el Cosmos!!!!, vi el universo en expansión!!! en el no pensamiento me llegó!!!, llegué a la unidad!!! lo positivo de la humanidad!!! la vida es lo mismo que la muerte!!!! ya nada importa!!!!, lo vieron?????
Peque y Nefer: no mamá,
Mamá: eso es lo que les quería compartir!, no lo olviden, busquen la iluminación! ya nada importa!, eso es todo lo que quería compartir.

Te diste cuenta de que la peque y yo no estábamos tan cubiertas en aquélla gélida madrugada, así que nos pediste regresar a dormir. Recorrimos todas aquellas cuadras potosinas en la obscuridad hasta que llegamos al departamento. Te cargamos y pusimos en la cama.

Dormimos todos hasta las once de la mañana. Después, ya estabas muy débil. Balbuceabas palabras que no podíamos distinguir, pedías irte, ya no querías estar. Cansada, decías que ya nada importaba, que había el trabajo que quisiéramos, los negocios que quisiéramos, que el universo era maravilloso.

Horas más tarde, pediste comida. Mientras nos turnábamos para bañarnos, nos pedías que desayunáramos, que comiéramos, que durmiéramos... no te dejamos sola. Tenías miedo a la obscuridad, a estar sola.

Te tomamos la presión a intervalos regulares. Tu presión y respiración eran cada vez más lentos.
Mientras la peque se bañaba, el overkill y yo estabamos contigo. El tomaba tu mano mientras preocupado me indicaba el decenso en tus vitales. Posaste tu vista en él. Yo, con la computadora en mano, le pedí que te dejara descansar. En ese momento, tu mirada se fijó en la mía... diste un leve suspiro, como que algo te bloqueaba la respiración, como si hubiéses dado un trago por el lugar equivocado... corrí hacia ti.

Nefer: mami, te acomodo?
Overkill: má, te acomodamos...

Era demasiado tarde, en aquél momento, con tu mirada fija en la mía, expiraste con un leve sonido, que parecía un grito que se ahogó en aquella debilidad. En ese momento te nos fuiste.

Tu cuerpo, un envase vacío... yacía ante nosotros... ya no eras tú, era sólo materia. Te fuiste así sin más.