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sábado, febrero 12, 2011

Vacio...

El taxi pasó por mi a las cuatro y media de la mañana. Tras un largo monólogo del taxista, cuya ruta desconocida pero rápida me hizo llegar tempranísimo al aeropuerto, documenté mi equipaje. Reacomodé algunas cosas en la maleta de mano y me dirigí al restaurante aquél para desayunar algo. Comí un enorme plato de frutas con yogurt y granola, un té y un jugo "verde".
Atarantada por no haber dormido nada, estuve depurando papeles mientras terminaba el desayuno. Pagué la cuenta y me dirigí hacia la sala de salidas. Al pisar la alfombra, me percaté que tu esencia, tu presencia había estado el año anterior despidiéndose de mi con un enorme abrazo. Me pedías que no mirara atrás. No te hice caso y al hacerlo, te vi partir y a ti sí, sin mirar atrás, aunque claro, al volverte para darte la vuelta hacia el pasillo, noté tus lágrimas.
Hoy no pude evitar derramar lágrimas en el pasillo de salidas, mientras vívidamente recordaba tus despedidas. Sollozando me encaminé hacia el uniformado que revisaba las identificaciones, al mismo tiempo que limpiaba mi rostro con la orilla de la manga del suéter.
Pasé por las revisiones y tiempo más tarde, me trepé al avión. Un día larguíiiisimo sin duda. Lágrimas escurridizas se deslizaban sobre mi rostro sin control ni aviso alguno, en diferentes ocasiones. Tal fue mi lagrimeo silencioso, que una mujer cristiana me extendió su biblia. "Tómala, que esto te ayude a superar esto". Le dije que no era necesario, que la dejaría sin su libro. Ella insistió.
Traté de diferentes maneras de deshacerme de aquél pesado libro. Ya no necesitaba objeto alguno, pues iba cargada de equipaje. En varios intentos y diferentes ocasiones intente "olvidar" casualmente el libro... en un carrito de las maletas, en el área de revisiones aduanales, etc. No fue sino hasta que al lograr salir de todo ese maratón de "esculcamiento", que decidí dejar todas mis cosas en una silla. Reorganizar todo y sin que la gente a mi alrededor se diera cuenta, tomaría todas mis pertenencias dejando atrás tan pesado libro. Esta vez lo logré.
Agradecí las buenas intenciones de la mujer, pero el cargar un elemento extra, implicaba un apretón más a los discos de mi traqueteada columna vertebral... además de la flojera de remotamente imaginar leer tal volumen. Suficiente tuve en los años básicos, además de que a cada quién le funcionan ciertas cosas y a otras no. A mi la biblia no me funciona.

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