pero a lo único que puedo contribuir en el famoso día de "Thanksgiving" es... que agradezco tener la oportunidad de convivir con mi madre y familia en mi país.
He dicho.
Lapsus brutus, anécdotas, sueños, recuerdos, pensamientos, cuentos, exabruptos...
jueves, noviembre 25, 2010
domingo, noviembre 21, 2010
Ilusión ilusoria
Sé que el título tal vez lo haya tomado de alguna frase muy utilizada por algún escritor de libros de superación personal... pero en realidad... el título de este post le va como anillo al dedo a lo que vivo últimamente.
No sé si ya soy un zombie ambulante... pero el caso es que últimamente ya hago todo en automático y existen momentos en que no recuerdo lo que pensabe en instantes anteriores. Trato de llevar una rutina, que se rompe cuando salimos al hospital o cuando voy a comprar víveres.
He tan llegado al grado de no querer pensar en mi presente, que me ausento de él... a veces sólo mi mente está en blanco, en otras ocasiones, mi mente se pierde en tonterías como el día de hoy. El Dr. O. es algo así como un héroe para mí. No sólo fue él quien recibió la penúltima vez a mamá en urgencias, sino el tío que se esmeró en presionar a aquél directivo para que le autorizasen el tratamiento que le negaban, intentando convencernos de ir a otras ciudades a conseguirlo.
Después de eso, una vez más cuando la dra. aquella no estuvo, él se encargo de darle seguimiento a sus dolencias. Ayer se apareció casualmente por los pasillos del hospital mientras estaba fuera de la habitación de mamá hablando de no sé qué cosas con hermano y tía. Tímido (como antes no lo había percibido), los ignoró y me saludó mientras se sonrojaba. En ese momento sentí algo extraño que no había sentido en un largo tiempo. No sé describirlo... pero recordé como cuando a los trece años, mientras holgazaneaba en la cama antes de levantarme por las mañanas, fantaseaba por horas de "n" estupideces.
Lo recordaba hace algunas horas mientras le preparaba un jugo a mamá en la cocina... y surgió un diálogo interno y un tanto absurdo y sarcástico en mi ya tonta cabeza:
(Recordando la conversación de hace horas)
Dr. O: Hola Nefer, tu mamá en quimio?
Nefer: Hola Dr, como está?, no... la quimio la tuvo hace un par de días... está en transfusión
Dr. O: ah, sí, entonces la estan transfundiendo... ok... (titubeo)... por favor, salúdala de mi parte
Nefer: gracias dr, de su parte...
(Luego, mi mente creativa se dió a la fuga, continuando con el absurdo en mi cabeza)
Dr. O: -viendo que no llevo anillo en el anular izquierdo, sonríe tímidamente y se acerca-
Nefer: Dr... no le apetecería echarse un brinco?
Dr. O: mmmhh tengo guardia esta noche
Nefer: no hay problema, está el edificio de enfrente. Tal vez consigamos el arnés y las ligas
Dr. O: por qué no, claro. Hay que programarlo
(En mi mente cansada y sólo pensando incoherencias, substituyo lo del brinco al vacío por una noche pasional. No porque me haya gustado el tío, en realidad como lo dije anteriormente es un tanto extraño. No me parece atractivo, ni habría motivo para pensar en ello. A qué loca se le ocurre en semejantes circunstancias -madre en problemas de salud, yo una mujer casada- estar pensando en tanto disparate. No sé cómo, ayer aquél doctor despertó en mí algo que estaba muerto por tanto tiempo. No sé describir la sensación ni el sentimiento. Tal vez el hecho de verlo nervioso y tímido sólo hizo que mi corazón sintiera un pequeño pellizco).
No sé ni lo que escribo, ya estoy desvariando, son las casi dos de la mañana y yo tecleando necedades y estupideces. Tal vez ya estoy perdiendo la razón... creo que necesito darme un respiro, tomarme unas pastillas para dormir y hacerlo por tres días seguidos. Tal vez así, despierte de nuevo a la triste realidad que me espera y vuelva al cabal juicio.
Lo sé, estoy perdiendo la razón.
No sé si ya soy un zombie ambulante... pero el caso es que últimamente ya hago todo en automático y existen momentos en que no recuerdo lo que pensabe en instantes anteriores. Trato de llevar una rutina, que se rompe cuando salimos al hospital o cuando voy a comprar víveres.
He tan llegado al grado de no querer pensar en mi presente, que me ausento de él... a veces sólo mi mente está en blanco, en otras ocasiones, mi mente se pierde en tonterías como el día de hoy. El Dr. O. es algo así como un héroe para mí. No sólo fue él quien recibió la penúltima vez a mamá en urgencias, sino el tío que se esmeró en presionar a aquél directivo para que le autorizasen el tratamiento que le negaban, intentando convencernos de ir a otras ciudades a conseguirlo.
Después de eso, una vez más cuando la dra. aquella no estuvo, él se encargo de darle seguimiento a sus dolencias. Ayer se apareció casualmente por los pasillos del hospital mientras estaba fuera de la habitación de mamá hablando de no sé qué cosas con hermano y tía. Tímido (como antes no lo había percibido), los ignoró y me saludó mientras se sonrojaba. En ese momento sentí algo extraño que no había sentido en un largo tiempo. No sé describirlo... pero recordé como cuando a los trece años, mientras holgazaneaba en la cama antes de levantarme por las mañanas, fantaseaba por horas de "n" estupideces.
Lo recordaba hace algunas horas mientras le preparaba un jugo a mamá en la cocina... y surgió un diálogo interno y un tanto absurdo y sarcástico en mi ya tonta cabeza:
(Recordando la conversación de hace horas)
Dr. O: Hola Nefer, tu mamá en quimio?
Nefer: Hola Dr, como está?, no... la quimio la tuvo hace un par de días... está en transfusión
Dr. O: ah, sí, entonces la estan transfundiendo... ok... (titubeo)... por favor, salúdala de mi parte
Nefer: gracias dr, de su parte...
(Luego, mi mente creativa se dió a la fuga, continuando con el absurdo en mi cabeza)
Dr. O: -viendo que no llevo anillo en el anular izquierdo, sonríe tímidamente y se acerca-
Nefer: Dr... no le apetecería echarse un brinco?
Dr. O: mmmhh tengo guardia esta noche
Nefer: no hay problema, está el edificio de enfrente. Tal vez consigamos el arnés y las ligas
Dr. O: por qué no, claro. Hay que programarlo
(En mi mente cansada y sólo pensando incoherencias, substituyo lo del brinco al vacío por una noche pasional. No porque me haya gustado el tío, en realidad como lo dije anteriormente es un tanto extraño. No me parece atractivo, ni habría motivo para pensar en ello. A qué loca se le ocurre en semejantes circunstancias -madre en problemas de salud, yo una mujer casada- estar pensando en tanto disparate. No sé cómo, ayer aquél doctor despertó en mí algo que estaba muerto por tanto tiempo. No sé describir la sensación ni el sentimiento. Tal vez el hecho de verlo nervioso y tímido sólo hizo que mi corazón sintiera un pequeño pellizco).
No sé ni lo que escribo, ya estoy desvariando, son las casi dos de la mañana y yo tecleando necedades y estupideces. Tal vez ya estoy perdiendo la razón... creo que necesito darme un respiro, tomarme unas pastillas para dormir y hacerlo por tres días seguidos. Tal vez así, despierte de nuevo a la triste realidad que me espera y vuelva al cabal juicio.
Lo sé, estoy perdiendo la razón.
sábado, noviembre 20, 2010
Labor Altruista
Estimado lector, requerimos de un paquete de sangre el día de hoy para mi mamá, ya sólo falta un paquete de dos... aquí los datos. San Luis Potosí.
domingo, octubre 31, 2010
Domingo tedioso
Los domingos siempre me han parecido una tortura china... desde niña:
Levantarse temprano, bañarse, vestirse bien porque iríamos a donde la abuela paterna. Una mujer súmamente crítica y de mala leche.
Estar sentados como estatuas en aquellos sillones ridículos forrados de plástico, escuchando a mi padre cantar ópera mientras que la tía (igual que la madre de mala leche) tocaba el piano a disgusto.
Papá parecía disfrutarlo... yo disfrutaba de su canto, pero no de la compañía. Mamá al igual que nosotros, como muñeca de porcelana, sentada sin moverse mucho, ya que cualquier movimiento o sonido sería severamente juzgado.
Después de comer aquella comida y escuchar las mismas conversaciones, subíamos al estudio del abuelo a hacer la tarea. La casa era tenebrosa. Había mala vibra.
Sólo se hablaba de ópera, de las grandezas de los miembros de la familia, de egos, de críticas de otras personas (las dos mala leche masticándo a media humanidad) y fastidiando a mi mamá.
"Pobrecitos, mira cómo su madre no los cuida", decía aquella anciana, con toda la envidia en su mirada.
- mentirosa - me decía yo mentalmente... ella qué sabría del trato de mi madre.
Ya fallecido mi padre, los domingos eran un agujero negro... nada lo podía llenar. Me levantaba tarde, prendía el televisor y me embrutecía con series de televisión hasta que hastiada la apagaba. A veces salía con amigos, pero no dejaba de sentir ése enorme vacío.
Hubo épocas en las que salía con amistades del trabajo o de la universidad y los domingos los utilizaba para cargar baterías o curar las crudas (hubo tres significativas borracheras y la última, la que me hizo jurar no tomar ni una gota más en lo que restara de mi existencia).
Sólo me gustaban los domingos cuando la pasaba con personas que robaron un pedazo de mi corazón... y otros que me robaron hasta la razón.
A veces acompañaba a mi abuelita - la buena, la materna - a misa... papá detestaba que desde niña, mi abuelita a escondidas me llevaba. Debo confesar que a mi me gustaba... me parecía todo un misterio, ya que en casa, papá imponía el ateísmo.
Ya casada, los domingos pasaban sin ton ni son, haciendo labores hogareñas, preparándo cosas para la semana por comenzar. Pero el vacío siempre estuvo ahí.
Hoy, me encuentro en un sillón de hospital tecleando estas abúlicas letras, observando a mi madre dormitar. Cada hora ayudándola con sus masajes, sus ejercicios respiratorios y cuanta cosa suceda en el instante. Aún así, en los periodos de silencio y dormitación, siento un boquete en el corazón. No sólo aquél agujero negro que me chupaba desde niña, sino ahora un tornado invertido que me sigue succionando y que no le veo fin.
Este boquete me está consumiento el corazón y la razón.
jueves, octubre 28, 2010
Día Cero
"¿Cómo llegué aquí?" - me preguntó con su tierno rostro afilado y con una expresión de desconcierto y preocupación...
"Má, me pediste que te trajera", "¿qué tienes hija, estás enferma?", "no má, no he dormido nada... sólo estoy cansada".
La encamino de regreso del baño a la cama. Ésta parece incomodarle, como si fuese su enemigo y me enfatiza con la mirada que mejor la acomode en aquél sofá para las visitas.
Acomodo la sábana, sus cojines y la ayudo a sentarse en el sofá.
"Apaga la luz hija". Momentos más tarde, se queda mirando fíjamente hacia la ventana. "Hija, ¿cómo llegué aquí?", "Cómo mamá... no te entiendo" - le contesté agotada... ya dos noches sin dormir, me está empezando a convertir en una especie de zombie.
"¿Qué hacemos en casa de tu tía Conchita?" - desorientada, "Má, estamos en el hospital..." - desconcertada...- "¿por qué hija? ¿estás enferma?" - viéndome con ternura y preocupación. Pensé que su sentido del humor había despertado cuando el ausente sueño danzaba en la noche, pero yo ya desesperada de no dormir, le recordé "Má... estás malita, estamos en el hospital. Hoy te pusieron tu primera quimio".
Sollozando me pidió que prendiera la luz, que no sabía dónde estaba, que tenía miedo.
Prendí la luz, la abracé y le dije que todo estaría mejor. "Ya llevamos dos noches sin dormir má... por eso nos sentimos como en Saturno. No te preocupes, vamos a dormir".
"Má, me pediste que te trajera", "¿qué tienes hija, estás enferma?", "no má, no he dormido nada... sólo estoy cansada".
La encamino de regreso del baño a la cama. Ésta parece incomodarle, como si fuese su enemigo y me enfatiza con la mirada que mejor la acomode en aquél sofá para las visitas.
Acomodo la sábana, sus cojines y la ayudo a sentarse en el sofá.
"Apaga la luz hija". Momentos más tarde, se queda mirando fíjamente hacia la ventana. "Hija, ¿cómo llegué aquí?", "Cómo mamá... no te entiendo" - le contesté agotada... ya dos noches sin dormir, me está empezando a convertir en una especie de zombie.
"¿Qué hacemos en casa de tu tía Conchita?" - desorientada, "Má, estamos en el hospital..." - desconcertada...- "¿por qué hija? ¿estás enferma?" - viéndome con ternura y preocupación. Pensé que su sentido del humor había despertado cuando el ausente sueño danzaba en la noche, pero yo ya desesperada de no dormir, le recordé "Má... estás malita, estamos en el hospital. Hoy te pusieron tu primera quimio".
Sollozando me pidió que prendiera la luz, que no sabía dónde estaba, que tenía miedo.
Prendí la luz, la abracé y le dije que todo estaría mejor. "Ya llevamos dos noches sin dormir má... por eso nos sentimos como en Saturno. No te preocupes, vamos a dormir".
lunes, octubre 25, 2010
sábado, octubre 16, 2010
Reflexiones Saturninas
Los fines de semana en estas circunstancias se hacen mucho muy pesados. Más que entre semana... que siquiera partimos la rutina al salir a citas con médicos o a comprar la despensa.
Los sábados son leeentos... rutinarios... levantarse, bañarse, bañar a la tierna y adorable mamá, vestirla, peinarla, prepararle el desayuno, acomodarla con sus almohadas favoritas y prenderle el televisor, que ella misma apaga a los cinco minutos.
En silencio, el overkill (el enemigo aliado - hermano)acomoda no sé qué cosas... A veces invade mi espacio vital. Está aterrado... lo malo de su estado, es que necesitando de un trasplante de hígado, todo le es más pesado... respirar, caminar, pensar... pero se ha vuelto muy sensible.
Es apapachón, pero en estos momentos lo que menos quiero es apapacho. Tengo un humor de perros, no me calienta ni el sol y a veces nos la pasamos discutiendo en silencio. Esto tiene que terminar. Basta de discusiones. Creo que necesitamos a alguien que nos dé un par de cachetadas guajoloteras y poner la bandera de tregua.
Lo quiero mucho, pero debo aceptar que a veces no lo soporto. Desde niños siempre fue así... rivales sin motivo aparente, aliados en travesuras o castigos... y en esta ocasión, sólo dos almas perdidas que se encuentran en asfixia.
Asfixia del encierro, de esta complicada complicidad... de este hastío. Hastío de la tristeza, hastío de la incredulidad, hastío de esta realidad.
Para romper este hastío, esperamos a los sobrinos. Hoy vienen de visita para alegrar a la abuelita. En lo que a mí me toca, me comprometí a hacerles unas hamburguesas y a darles helado... ah... sí... y a prestarles el internet.
Los sábados son leeentos... rutinarios... levantarse, bañarse, bañar a la tierna y adorable mamá, vestirla, peinarla, prepararle el desayuno, acomodarla con sus almohadas favoritas y prenderle el televisor, que ella misma apaga a los cinco minutos.
En silencio, el overkill (el enemigo aliado - hermano)acomoda no sé qué cosas... A veces invade mi espacio vital. Está aterrado... lo malo de su estado, es que necesitando de un trasplante de hígado, todo le es más pesado... respirar, caminar, pensar... pero se ha vuelto muy sensible.
Es apapachón, pero en estos momentos lo que menos quiero es apapacho. Tengo un humor de perros, no me calienta ni el sol y a veces nos la pasamos discutiendo en silencio. Esto tiene que terminar. Basta de discusiones. Creo que necesitamos a alguien que nos dé un par de cachetadas guajoloteras y poner la bandera de tregua.
Lo quiero mucho, pero debo aceptar que a veces no lo soporto. Desde niños siempre fue así... rivales sin motivo aparente, aliados en travesuras o castigos... y en esta ocasión, sólo dos almas perdidas que se encuentran en asfixia.
Asfixia del encierro, de esta complicada complicidad... de este hastío. Hastío de la tristeza, hastío de la incredulidad, hastío de esta realidad.
Para romper este hastío, esperamos a los sobrinos. Hoy vienen de visita para alegrar a la abuelita. En lo que a mí me toca, me comprometí a hacerles unas hamburguesas y a darles helado... ah... sí... y a prestarles el internet.
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