Me encuentro en una de mis habitaciones favoritas, en la que dos sillas ´chic´me hacen ojitos.
Sentada sobre la cama, ventanas abiertas, cortinas de tiras de tela revolotean con el airoso calor. Mi vestido escotado, que si echo un vistazo hacia abajo, puedo ver el infinito a través de dos simpáticas montañas.
Entre las ventanas, mi nuevo hobby: Maquillaje. Un pequeño tocador de seis cajones repletos de diversas paletas, polvos, lápices labiales, de ojos, máscara de pestañas, etc. Pienso que con este clima, tal vez sea buena idea mudarlo a una de las habitacione traseras, donde el calor es menor.
Como siempre, re planteándo mi existencia, sabiendo lo que ya no me gusta y visualizando mi futuro a corto, mediano y largo plazo. Sólo sé una cosa. No quiero un trabajo estresante de escritorio, ni que éste implique trabajar desde casa. Muchas personas piensan que es el trabajo soñado. Tal vez lo sería si ello no implicase estar 8 horas atado a una computadora y al teléfono. Extraño el contacto visual y humano. Me gusta interactuar con la gente en vivo y a todo color.
Cuando termina mi jornada laboral, mi impulso es salir disparada como cohete de propulsión a chorro por la puerta delantera de casa. Despavorida subiendo al auto y corriendo ya sea a la clase de baile o a donde el viento me lleve. Lo contrario al faraón, quien agotado de su día prefiere refugiarse en casa. Como siempre, todo a destiempo, pero aprendimos a respetar nuestros espacios y nuestros tiempos. El poco tiempo que compartimos es de calidad.
Visualizo mi futuro con un negocio propio, que no tenga nada que ver con corporativos, administración, auditorias, ni rollos empresariales. Algo amigable, del que no sea esclava, que tenga mayor tiempo para disfrutar de la vida, pues la juventud se acaba y hay que disfrutar.
Aún no defino qué tipo de negocio, pero me gustaría aportar a la comunidad, utilizando y desarrollando lo que me gusta.
Al menos mi estado mental ahora comienza a enfocarse hacia lo que viene, sin estancarse en el presente, ni con los lapsos de abulia que de repente me aturdían.
Mientras tanto, es viernes, está soleado... a salir de aquí.
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