Hoy es uno de esos días en que tengo ganas de "despopochar" hasta el cansancio... pero creo que no vale la pena inundar al universo con negatividades provenientes de cambios hormonales. Y no me refiero a menopausia o pre menopausia o como le llamen.
Simplemente que se supone que estos días son los comunes para este tipo de estados de ánimo. He andado sin apetito últimamente, me lleno con poco y me inflo como pelota.
Voy a seguir observando, para seguir con la prevención del innombrable.
Es curioso, al escribir esto, me acuerdo de mi abuelita y de mi mamá,... cuando algo malo iba a salir de mi boca, solían decir: "si no es bueno, no lo digas..." y mi abuelita seguía con el acto de la persignación, pero mamá decía que el poder de las palabras era fuerte y se podría materializar. Claro, esto muchísimo antes de que cumpliera la mayoría de edad. ¿A dónde se les habrá ido esa sabiduría? no... no me refiero al caer en supersticiones.
Las palabras sí dejan huella. Pueden hacer sentir bien a alguien, o pueden destruir. Pero además, pueden generar una especie de reacción en cadena, propagándose como ondas expansivas en el espacio y en el tiempo, a través del universo. Sí ya se, estimad@ lector(a). Si no meditas, no me comprenderás. Pensarás que tú no crees en esas supercherías y vamos, para qué sigues leyendo.
Pero si tienes un poco de curiosidad, cuando caiga la noche (como en estos momentos) y un poco más tarde, pasada la media noche, cuando hay un silencio infinito y la obscuridad te tiende su manto... siéntate sól@. Respira profundo y concéntrate sólo en eso, respirar... hasta que eres un@ con la respiración.
Sin pensamientos, sin emociones... observación... observación...
Si sabes observar, me entenderás.
Me retiro por el momento... un beso a los que transformaron su materia, pero siguen entre nosotros.
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