Es curioso cómo después de la ausencia de mamá, no siento apego alguno por personas u objetos. Siento cariño y amor hacia los seres, pero no siento esa necesidad de ser importante a alguien, la necesidad de ser escuchada por terceros... la necesidad de coleccionar objetos, de comprar por comprar, de hablar por hablar.
El depurar el sótano me ha tomado cuatro años... de los cuales 3 y medio estuvo realmente sin depurar... revolvía cosas, reclasificaba, re archivaba... pero no depuraba. Desde el domingo, tras decidir que éste sería mi sitio de trabajo ahora que comience como consultora (sí, trabajaré desde casa, viajaré a donde me manden, pero mi sitio será éste), me he dado a la tarea de triturar papeles, recuerdos, apegos, amistades que no agregan valor (no monetario, sino de escencia espiritual), de objetos que guardaba "por si acaso". Me quedó tan clara la muerte, que para qué dejar tanto tiliche al pobre que quede... basta con el dolor de la ausencia, como para además agregar cuanto objeto de "valor" que en realidad es innecesario y que de todas formas, cuando nos vamos, ni nos llevamos.
Me quedo con los bonitos recuerdos, los vividos... y claro, las fotografías... pero ya no cosas inútiles que sólo ocupan espacio y hacen perder tiempo.
Me duele la espalda... me voy a estirar.
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