Es el resultado de una educación autoritaria cuando existe temor a rebelarse o a cuestionar al que impone, por miedo a represalias violentas (en mi caso en la niñez).
La imposición es limitante y asfixiante. La obediencia, una cárcel auto impuesta.
Podría listar la infinidad de situaciones en las que fluctué entre obediencia y rebelión. Ambas, sin resultados positivos. A medio siglo de existencia, mi mente divaga... recorriendo los corredores de la vida, visitando lugares, atravesando puertas. Observando. El echar un vistazo al pasado puede ser buena escuela, pero el quedarse encerrado en alguna puerta puede resultar sumamente peligroso.
En fin... sólo unos pensamientos resumidos para plasmar la flatulencia mental.
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