Hastiada de la monotonía, comía con un par de amigos. Uno de ellos empresario. Le comentaba que sería ideal trabajar en IBM. El asentía y comentaba que era una de las mejores empresas para trabajar, sin embargo, el pediría trabajo de medio tiempo, para poderle dedicar el resto a su propia compañía en línea.
Caminaba de regreso mientras analizaba lo tediosa que se había convertido mi cotidianidad. En casa, que más bien parecía una de las vecindades del corazón de la ciudad de México, le pedía al Faraón que me acompañara en una larga caminata.
Caminábamos entre las calles y me detenía en algún callejón, y sin saber me acercaba a aquel grupo de "comerciantes".
Señito, aceptamos tarjeta de crédito. Asiento con un ademan y me hace mi preparación. Me piden mi número de celular y pago con la tarjeta. El Faraón y yo caminamos de regreso.
En completa apatía llego a mi habitación. Me le quedo viendo a la bolsa de plástico, con su interior intacto. Un pedazo de aluminio manchado, escurrido y un poco quemado, y un polvo entre cristalizado y líquido. Heroína.
En ese momento como si despertara de un sueño, le digo al Faraón. Pero qué es esto?!, él tranquilamente responde "Heroína". Y continúa la conversación tornándose un tanto alarmante:
Nefer: pero esto es totalmente ilegal!
Faraón: pena federal y larga sentencia por posesión
Nefer: pero y yo para que quiero esto?! para que lo compre!
Faraón: y tienen tu número de celular
Nefer: me tengo que deshacer de esto!
Faraón: y pagaste con tarjeta de crédito, tienen todos tus datos
Comienzo a sudar, ideando la manera de deshacerme de aquél "paquete". Mientras vocifero histérica, pienso en como limpiar la bolsa con alcohol para deshacerme de mis huellas digitales, utilizar guantes, tirar el paquete junto con mi celular y tarjeta de crédito en algún valdío y reportar los objetos robados.
Despierto empapada de sudor y angustiada por tratar de deshacerme de aquel tormento, cuando me doy cuenta de que fue solo un sueño.
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