No, no es la canción de Caló.
Me duele el corazón de tener el llanto atravesado y no poder llorar. No quiero llorar enfrente de tí, por que no quiero que entres en pánico. Pánico de saber lo que todavía no sabemos, para qué adelantarnos. Sí, tengo miedo y mucho. No me imagino mi vida sin tí pero lo que más me da miedo es que sufras más de lo que ya has sufrido.
Te veo ahora tan delgada, tan frágil... duermes sentada o de rodillas porque ya no te hallas. Tus mejillas caidas y vacías, tus bellos ojos grandes, aún más grandes. Tus brazos caen como hilachos a tus costados.
Trato de dormir pero no puedo, te observo al pie de la cama de rodillas en aquella colchoneta, reposando tu cabeza sobre tus brazos recargados sobre el colchón de la cama. Me duele, por que no puedo hacer nada, ni hierbas chinas, ni copitas de succión, ni acupuntura, ni reposo. Ni modo, intentamos todas las alternativas que deseabas y teníamos que finalizar con lo occidental.
Pido que los médicos tengan la sabiduría para darte un buen diagnóstico y que elijan el tratamiento adecuado. Estás muy jóven aún, tanto que ver, que vivir, que viajar. Aún no hacemos ese viaje a Grecia... pídele a tu cuerpo paciencia... paciencia para aguantar, fortalecerse y sanar. Por una vez en esta vida pido un milagro y éste... que te cures pronto mamá...
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