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martes, febrero 05, 2008

Inspiración

Hoy amaneció el día con tormenta eléctrica. Me despertó el tronido de aquél rayo que cimbró la casa. Está lloviendo pero las cosas se ven mejor.

O más bien, las veo mejor. Por aquello de que yo genero lo que pienso. Tal vez porque ahora que estoy haciendo ejercicio regularmente y meditando de nuevo, mi mente está más clara y puedo concentrarme un poco más en las cosas. Después de pensamientos erráticos e intrusos, la acción (y nulo consumo de azúcares) ha sido la pócima perfecta.

Siempre había tenido la tentación de hacer diferentes cosas y nunca pensé que tenía cierta facilidad para ello. Por ejemplo, cuando vivía con mis padres, le rehuía a la cocina. No me hacía cocinando ni creando, pues acostumbrada al buen sazón de mamá, dejaba que ella creara y yo me deleitaba. Además de que el cocinar implica lavar utensilios, platos y picar frutas o verduras. Actualmente doy gracias a que existe el procesador de alimentos y la lavavajillas y no tengo que ensuciarme las manos (manía que tengo desde pequeña, de lavarme n-mil veces). Anoche hice aquél pastel de atún que me encantaba y creo que no quedó tan mal. Vale la pena experimentar.

Mi abuelita preferida, la de 91, me enseñó a tejer cuando tenía yo como 5 años. Pero después de algunas cadenas, me aburría y nunca me había interesado. Fue cuando iba a nacer mi sobrinita que me dió por crear algo para ella. Hice la primera cobijita. Para mi sorpresa, quedó como si la hubiera comprado. Nadie en casa podía creer que yo la había hecho.

En España, en aquél colegio de puras mujeres teníamos una clase que se llamaba "hogar". Era obligatoria y a veces aburrida. Entre muchas cosas, hice canastilla para un bebé, ajedrez de pasta de papel y un cuadro al óleo. Aquél cuadro me gustó en lo personal por la mezcla de colores para formar una montaña de un paisaje copiado de un libro.

Cuando concluimos, lo mandé enmarcar y olvidé firmarlo. Al final del ciclo, hubo una exposición a la que asistieron los padres de familia y gente preguntaba quién lo había hecho. No fue hasta que una maestra me pidió que lo firmara. Cuando lo estaba firmando, otra profesora mencionó que no creía que yo lo hubiera hecho, que la combinación de colores era perfecta y que era increíble que una chavala de 13 lo hubiera hecho.

Se lo regalé a mamá el 10 de mayo de ese año. Mucho tiempo después, antes de los 30, cuando no tenía nada que hacer los fines de semana, me inscribí en un cursillo "x" de pintura. Hice unos cuantos paisajes o flores con técnicas sencillas y después me dediqué a otras cosas. Nunca le di importancia. Ahora, tengo muchas ganas de retomar aquello, pero como todo, requiere de inspiración.

Hace algunos días algo me llamaba a crear algo con las manos, no sabía exactamente qué. Fue cuando en el museo de arte, vi una exposición de muebles de madera tallados (entre otras cosas).
Mientra hacía la compra semanal, pasé por la sección de manualidades y encontré utensilios para tallar madera y en las noches cuando no puedo pegar ojo, cuando me aburro de leer, juego a ver qué sale.

Hoy estuve tan inspirada, que me puse a buscar trabajo, después de tantos días de desidia y pretextos (hasta que acabe con pendientes de desempacada) encontré opciones interesantes. Sólo me falta darle click a ése botón para enviar el currículum vitae.

Quise poner fotos del museo pero... la mayoría las tomé con el celular y... no tengo el cable para bajarlas (celular nuevo). La compu en casa no tiene bluetooth... ni hablar, hasta cuando pueda bajarlas. Una de las que tomé con la cámara y clandestinamente: Buda del siglo XVIII - Japón.

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