Y cumplido un año de tratamiento, tengo la opción de dejarlo. Antes de hacerlo, pregunté a la oncóloga qué haría en mi lugar. Su respuesta: tomar el medicamento por lo menos un año más.
Así que ni modo. A apechugar la falta de energía, pérdida de memoria, cambios bruscos en el estado de ánimo y personalidad, noches de insomnio. Todo sea para que al intruso no se le ocurra regresar a tocar la puerta.
Vaya que ha sido un viaje. Un viaje y un encierro.
Anoche el faraón escuchaba "The winner takes it all" de Abba. Mi cuerpo entero comenzó a llorar. Es una de las canciones que a mi mamá le gustaban. Así que me di la libertad de llorar hasta sentirme cansada por la duración de la canción.
Pasé la noche en vela. Me piqué viendo los Descendientes del Sol, serie coreana y no pegué ojo en toda la noche, con los famosos bochornos.
Hoy, aunque como zombie, lucho contra un conflictivo estado de ánimo que al aproximarse la hora de dormir se va disipando. Ojalá hoy si pueda dormir. Tendré que echarme una ducha, porque no es posible andar en pelotas por la casa y con las ventanas abiertas (demasiado calor).
Disculpa estimado lector que estas letras están un tanto rancias.