Me encontraba asignada a un proyecto, me encontraba en la Ciudad de México. Rutinariamente iba de la oficina al departamento rentado por la empresa y de regreso. Los días iban sufriendo pequeñas variaciones, hasta que una tarde, regresando de la oficina, notaba que las calles eran de tierra, el departamento una choza, mis compañeros de trabajo guisaban en anafres y se respiraba ansiedad. Comencé a notar la presencia de rebeldes, llegaban con rifles automáticos y merodeaban por todas partes. Tenía llamada con la líder de proyecto en la India, ella me decía que si quería regresar a casa podía hacerlo.
No había vuelos. El país estaba en toque de queda y no había lugar en hoteles. Estaba frita.
Desperté al sonido del despertador, para prepararme para la conferencia de las 7:30 am.