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viernes, enero 25, 2013

Nonato

Con urgencia de ir al baño, le preguntaba a aquél amigo de muchísima confianza, dónde podría ir, puesto que en aquél edificio no había más que un cuarto en donde existían "camas" de la morgue, que en realidad eran fregaderos tamaño cuerpo humano parecido a los que muestran en las series de CSI.

Tanta era mi urgencia, que me subía las enaguas y bajaba la ropa interior y me sentaba en aquella fría mesa... en lugar de lo esperado, sangre a borbotones corría hacia aquél desagüe.

Salía lleno de burbujas, y cuando éstas cedían, dejaban ver diminutos fetos formando una larga cadena y fusionados a algo parecido a un cordón umbilical. Yo tomaba aquella regadera de mano y mientras me lavaba, lavaba aquéllo que había salido de mi.

Al avisar a los míos, volteábamos a aquella mesa, y en lugar de los diminutos fetos, se había consolidado aquello en un hermoso bebé todavía en aquél pegajoso saco. No se movía.

°-°-°

Triste salía de aquella situación y a la vuelta de la mesa, era un puesto donde vendían cosas diferentes, entre ellas un hermoso y diminuto perro que obedecía órdenes y me miraba profundamente a los ojos, como si me conociese.

Lo voy a tomar, cuando una señora gritando me dice "lo siento, lo acabo de comprar, pero si quieres, lo puedes cargar". Con decepción, lo tomo entre mis manos y me percato que es un robot de baterías, su piel es terciopelo y no estaba vivo.

1 comentario:

NORMA ASCENCIO dijo...

ay nefer... que intenso.

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