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lunes, enero 30, 2012

23 años y un retorno

Sí, ya pasaron toda esa "bola" de años... el faraón mayor (mi padre), pasó a la otra dimensión a las aproximadamente 19 horas un Lunes 30 de Enero... 1989.

Echando un vistazo al pasado desde la lejanía del espacio y tiempo, observo a una familia fracturada por el dolor, incertidumbre y la sensación de estar extraviados sin el "líder" o guía que papá era. No tanto líder como se le llamaría a una persona con cuyo liderazgo y carisma encamina a un grupo hacia un fin determinado, sino un líder para su único fin, para el de él mismo: control. De haber sabido delegar en miles de cosas, no habríamos estado tan perdidos. Pero bueno, eso ya no importa ni se juzga, sólo se observa de lejos y sin emociones.

Es curioso, ni triste, ni contenta. Simplemente recuerdo que papá ya no está. Esta vez no me enfermé a vísperas de su aniversario, ni tuve pesadillas, ni sueños en el que apareciera mudo, etc. Desperté murmurandole a la peque entre sueños que fuera al médico, que lo suyo era de cuidado. Tal vez mis preocupaciones se centran en el presente más que en el pasado. El overkill al menos confirmó que su deterioro al menos se logró detener un poco con el "coctel" de medicamentos.

Siento que en cierta forma y sin "darnos cuenta" nos vamos "suicidando".

Esto viene a que recuerdo cuando mamá, en la penumbra de aquél departamento potosino (a semanas de su fallecimiento), me veía atascándome de chocolates a hurtadillas mientras yo creía que ella dormía:

"Nefer!" - con voz enfática y sacándome el alma del susto...
"Tú te quieres suicidar!!... hija, eso te hace daño y lo sabes... prométeme que no lo volverás a hacer"...

Creo que es una de las promesas que NO he cumplido mami. Discúlpame. Pero creo que cometí el grave error de atascarme 200 grs. de chocolates el sábado al ver una película cómica. Lo curioso es que son impulsos, no lo pienso, ni me detengo a meditar en la consecuencia de mis actos, como normalmente lo hago con otras situaciones. Es como si el subconciente se ensañara con mi falta de voluntad, en contubernio para ponerme la zancadilla. Sí ya sé, es echar culpas al aire y a las estupideces, lo acepto. Lo comí, y qué y qué.

La peque a su manera se está "suicidando". Al no querer ir al médico a tratarse los achaques que le aquejan.

Y el Overkill... saliendo de casa sin celular, sin identificación y a sabiendas de que su estado le puede provocar una emergencia, como perder la conciencia, el sentido de la ubicación y la memoria.

De plano... si no me muero de un chocolatazo, éstos tíos me matarán de un susto. Es grave estar lejos de quienes me preocupo. Sólo espero que, el que no me preocupa tanto, no me de un susto (no es que no me preocupe tanto, sino que tengo la certeza y la confianza de que el Faraón opera de forma natural, sin limitaciones).

En fin. Un retorno. Al fin a casa. Mañana sale el avión cerca de las dos de la tarde, hora del centro. Muero por estar en casa. Necesito echar raíces un rato y ocuparme de las mochilas que me he echado encima: nuevas propuestas de trabajo con otras compañías, que ojalá cuajen y la dichosa certificación.

Ahora, de regreso a echarme un brinco con la maleta. No, no el brinco al que normalmente me referiría (sí, ése del que estás mal pensando)... si no a aquél que a sentones tendré que utilizar para cerrarla después de atascarla de todo lo que compré entre diciembre y hoy.

No hay cabida para tristezas, se les quiere mucho estimados lectores. Un besote ya que me siento con ganas de besuquear a "prójimos" y desconocidos o conocidos.

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