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martes, febrero 06, 2007

Concluyó la recurrencia

Estaba con mamá y la peque en la zona de fast food del aeropuerto de "Atlanta", que más bien parecía un mall. Mientras hablábamos de nuestras cosas, de repente sentí tu mano rozar mi pantalón. Estábamos sentadas como en una barda y los pies colgaban hacia el pasillo.

Volteé y no pude evitar la sonrisa y sorpresa de verte de nuevo. Otra vez nos encontrábamos... Te saludé con la mano al aire y ví que te agachabas y sacabas de tu backpack un pedazo de papel y un bolígrafo para escribir algo. Después, esperaste algún momento en el que mamá estuviera distraída y dejaste el pedazo de papel junto a mí. Lo leí brevemente y solté la carcajada. La peque me preguntó que qué pasaba, y en clave le decía el contenido de la nota.

Me aparté de ellas y sin pensarlo te seguí por los pasillos. Caminábamos y caminábamos, platicábamos. Me pedías que te acompañara a tu hotel, porque tendrías una conferencia. Accedí y sólo te escuchaba. Yo no hablaba, sólo te seguía y te escuchaba. Pasábamos puentes, trenes, avenidas transitadas, grandes edificios, la ciudad parecía un garabato y en realidad no me había fijado en el punto de partida ni en el destino. Ni siquiera te pregunté en dónde exactamente estaríamos.

Después de un rato, como que te hartaste de que estuviera contigo, te volviste frío y en lugar de hablar te limitaste a seguir caminando. Caminábamos juntos pero ya no como antes, tu como esperando que me cansara y me fuera, y yo seguía a tu lado atenta a lo que seguía en la conversación.

De repente, llegamos al lobby del hotel. Y en ése momento noté que estaba una compañera de generación a la que me dió gusto ver en tan extraña y lejana cuidad, la saludé y abracé, mientras tú te informabas en el salón exacto de la conferencia.

Después como que nos perdimos, tú en lo tuyo, yo brevemente con mi compañera. Me preguntaba que qué hacía ahí. Le mentí, le dije que estaba tomando un curso y temerosa de que me invitara a pachanguear con sus amigas, me alejé... traté de seguirte donde era la conferencia... después de un rato de divagar, nos volvimos a encontrar y comimos juntos.
Comíamos en armonía y me contabas de tus viajes. Luego nos levantamos y seguimos caminando. Buscábamos un lugar en el que estaríamos sólos, pero a la vez, un lugar en donde no te vieran conmigo, pues en esos momentos como que no querías ser visto conmigo.

Así llegamos a unos pasillos extraños y fue donde te diste la vuelta y me dijiste:
"Bueno Nefer, hasta aquí llegamos. Creo que ya es tiempo que yo siga mi camino y tu el tuyo. No podemos seguir viéndonos así en los aeropuertos, tu tienes tu vida y yo tengo la mía. Espero que lo entiendas. Ya no me sigas".

Yo desconcertada no te decía nada, pero sabía que en realidad yo no te había seguido por seguirte, en aquella nota me pedías que te siguiera y por tu sonrisa y actitud, pensaba que sería como en los viejos tiempos. Así que sin decir nada, me daba la vuelta y comenzaba mi camino de regreso.

Me percaté de que no tenía bolsa, equipaje, dinero. Sólo mi celular. Trataba de recordar dónde me hospedaba o si en realidad todo estaría con mi hermana y madre. Decidí no utilizar el celular sino como último recurso. Seguí caminando desconcertada, preguntando sin saber a donde ir. Pregunté dónde estaba el aeropuerto y me informaron que a una hora de ahí.

Traté de regresar al hotel para preguntarte como regresarme, pero para mi desgracia, no había puesto atención al nombre del hotel, ni en qué zona estaba. Así que deambulando metí la mando en mi bolsillo y encontré 75 centavos de dólar. Pensé que me alcanzaría si tomaba el metro, pero llegué a la estación, me subí al metro (que para entrar a él, tendría que saltar desde un ángulo y colgarme de una agarradera para luego sentarme, como las sillitas de los lugares a donde se va a esquiar) y me dijeron que iba en la dirección opuesta.

Después intenté llamarte desde mi celular, pero mientras veía la pantallita, tu número se desvanecía y se perdía. Comencé a desesperarme...

Sentí que mi lengua me asfixiaba y... desperté. El calor de la calefacción me estaba asfixiando, me levanté y le bajé al termostato, tomé un poco de agua y volví a dormir.

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